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Joe Engle: El piloto más joven en conquistar el límite del espacio con el X-15

Joe Engle: El piloto más joven en conquistar el límite del espacio con el X-15

El 29 de junio de 1965 marcó un antes y un después en la historia de la exploración aeroespacial estadounidense. Aquel día, el piloto y posteriormente astronauta Joe Engle, natural de Kansas, ascendía a 280.600 pies (unos 85,5 kilómetros) al mando del legendario avión-cohete X-15. Con esa hazaña, Engle no solo superaba los límites conocidos de la atmósfera terrestre, sino que también se convertía en el piloto estadounidense más joven en obtener la cualificación oficial de astronauta, una distinción reservada a quienes superan los 80 kilómetros de altitud.

El X-15, una joya de la ingeniería aerospacial desarrollada en colaboración entre la NASA y la Fuerza Aérea de Estados Unidos, fue uno de los programas más audaces de la era previa a las misiones Apolo. Diseñado en plena Guerra Fría, este avión experimental tenía como objetivo estudiar el vuelo a velocidades hipersónicas y altitudes cercanas al espacio exterior, proporcionando datos fundamentales para el desarrollo de futuras naves espaciales y el avance de la tecnología de reentrada atmosférica.

Joe Engle, que voló el X-15 en 16 ocasiones entre 1963 y 1965, fue uno de los pilotos de pruebas más experimentados y valorados de su generación. Su vuelo culminante de junio de 1965 le situó en una élite reservada a muy pocos: la de aquellos que han cruzado la denominada línea de Kármán, el límite convencional que separa la atmósfera de la Tierra y el espacio exterior.

El X-15 y su legado en la exploración espacial

El programa X-15, activo entre 1959 y 1968, sentó las bases de la exploración espacial tripulada. Esta aeronave era impulsada por un motor cohete de combustible líquido y podía alcanzar una velocidad máxima de Mach 6,7 (más de 7.200 km/h). Sus vuelos permitieron estudiar los efectos fisiológicos en los pilotos, recopilar información sobre el comportamiento de los materiales a altas velocidades y temperaturas, y perfeccionar técnicas para la navegación y el control en condiciones extremas. Las misiones del X-15 constituyeron el primer laboratorio de vuelo para lo que después serían las cápsulas Mercury, Gemini y Apolo.

Joe Engle, junto a otros célebres pilotos como Neil Armstrong —futuro primer hombre en la Luna—, participó en este selecto grupo de pioneros. Engle, que después sería seleccionado como astronauta por la NASA, llegó a volar en el transbordador espacial y se mantuvo vinculado a la exploración aeroespacial durante décadas.

El salto de los pioneros a la nueva era espacial

La gesta de Engle y sus contemporáneos ha inspirado a varias generaciones de ingenieros y astronautas. Hoy, en pleno renacimiento de la exploración espacial, nuevas compañías como SpaceX y Blue Origin recogen el testigo de aquellos primeros vuelos suborbitales. SpaceX, liderada por Elon Musk, ha revolucionado el acceso al espacio con sus cohetes reutilizables Falcon y la nave Starship, mientras que Blue Origin de Jeff Bezos ha realizado decenas de vuelos suborbitales tripulados y no tripulados con su cohete New Shepard, emulando el perfil de vuelo del X-15 pero con la tecnología del siglo XXI.

La NASA, por su parte, prosigue con su ambicioso programa Artemis, que prevé el regreso de astronautas a la Luna en los próximos años y sienta las bases para la futura exploración de Marte. La colaboración internacional, con la participación de la ESA, Roscosmos y la agencia japonesa JAXA, ha llevado la exploración aún más lejos, con misiones a la Estación Espacial Internacional y avanzados telescopios espaciales que exploran los confines del universo.

El auge de las compañías privadas y las nuevas aventuras espaciales

El sector privado, que en las últimas décadas ha experimentado una eclosión sin precedentes, cuenta también con empresas como Virgin Galactic, que ha inaugurado el turismo espacial suborbital, y la española PLD Space, que con el lanzamiento de su cohete Miura 1 ha situado a España en el selecto club de países capaces de poner en órbita cargas útiles de manera independiente.

Por su parte, la investigación sobre exoplanetas avanza a pasos agigantados, gracias a telescopios como el James Webb y el TESS, que descubren nuevos mundos cada mes y amplían nuestro conocimiento sobre la posible existencia de vida fuera de la Tierra.

El vuelo de Joe Engle en 1965 fue mucho más que una proeza técnica; supuso el inicio de una nueva frontera para la Humanidad. Hoy, casi seis décadas después, el espíritu de exploración que encarnó aquel joven piloto sigue vivo en cada nueva misión, cada lanzamiento y cada descubrimiento.

(Fuente: NASA)