La NASA prueba un rover flotante pionero para explorar océanos bajo el hielo extraterrestre

En el ámbito de la exploración espacial, la búsqueda de vida fuera de nuestro planeta ha llevado a la NASA a plantear misiones cada vez más audaces y tecnológicamente complejas. Uno de los objetivos más fascinantes en la actualidad es el estudio de los océanos subglaciales que se esconden bajo las gruesas capas de hielo de mundos como Europa, la luna de Júpiter, o Encélado, la de Saturno. En este contexto, ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA han desarrollado un prototipo revolucionario: el Buoyant Rover for Under-Ice Exploration (Rover Flotante para la Exploración Bajo el Hielo, en castellano), destinado a investigar estos océanos ocultos y, potencialmente, identificar indicios de vida extraterrestre.
La nueva tecnología ha sido sometida recientemente a rigurosas pruebas de campo en los lagos árticos cercanos a Barrow, Alaska, un entorno que, por sus duras condiciones y su cobertura de hielo, resulta ideal para simular los desafíos que encontraría en otros cuerpos celestes. El rover flotante ha demostrado su capacidad para desplazarse adherido a la cara inferior de las placas de hielo, una proeza técnica que le permitiría explorar de manera autónoma en entornos inaccesibles para los vehículos convencionales.
Este ingenio aprovecha el principio de flotabilidad, desplazándose bajo el hielo en lugar de rodar sobre él, tal como hacen los rovers en Marte o la Luna. Está equipado con sensores avanzados, cámaras de alta resolución y sistemas de navegación autónoma, permitiéndole cartografiar la estructura del hielo y monitorizar las condiciones químicas y físicas del agua. La información recabada es crucial para identificar zonas con potencial habitabilidad y para el diseño de futuras misiones astrobiológicas en otros mundos.
El proyecto del Buoyant Rover se enmarca en una larga tradición de innovación en el JPL, conocido por desarrollar vehículos pioneros como los rovers Spirit, Opportunity y Curiosity, actualmente en Marte. Sin embargo, el desafío de Europa o Encélado es radicalmente distinto: se trata de mundos cubiertos por kilómetros de hielo, bajo los cuales se ocultan vastos océanos líquidos que podrían albergar formas de vida desconocidas. Los científicos consideran que, si existe vida en el Sistema Solar más allá de la Tierra, estos océanos subglaciales son los lugares más prometedores para hallarla.
La exploración de estos entornos requiere tecnologías radicalmente diferentes de las empleadas hasta ahora. La sonda Europa Clipper, cuyo lanzamiento está previsto para 2024, orbitará la luna joviana para estudiar su superficie y su subsuelo helado, pero no podrá penetrar su gruesa capa de hielo. Por ello, la NASA y otras agencias espaciales, como la ESA (Agencia Espacial Europea) o entidades privadas, están invirtiendo en el desarrollo de robots capaces de perforar el hielo y operar de manera autónoma en condiciones extremas.
El rover flotante de la NASA representa un paso clave en esta dirección. Sus pruebas en Alaska han permitido validar tanto su diseño mecánico como sus sistemas de navegación y comunicación bajo el hielo. Los ingenieros han destacado la importancia de estas pruebas en la Tierra para anticipar posibles retos, como la acumulación de biopelículas, la corrosión o los fallos de comunicación, que podrían comprometer una misión de este tipo a millones de kilómetros de distancia.
El desarrollo de tecnologías para la exploración subglacial no es exclusivo de la NASA. Empresas privadas como SpaceX y Blue Origin han mostrado interés en el futuro de la exploración planetaria, aunque de momento sus esfuerzos se centran principalmente en el acceso al espacio y la exploración lunar y marciana. Mientras tanto, la joven empresa española PLD Space continúa avanzando en el desarrollo de pequeños lanzadores, contribuyendo a democratizar el acceso al espacio y abriendo posibilidades para futuras misiones robóticas a destinos remotos.
Por su parte, Virgin Galactic sigue apostando por los vuelos suborbitales turísticos, una vertiente diferente de la carrera espacial, pero que comparte la ambición de ampliar el alcance humano más allá de la Tierra. En paralelo, el descubrimiento continuo de exoplanetas por parte de telescopios como TESS y James Webb está ampliando el catálogo de mundos potencialmente habitables, alimentando el interés por tecnologías capaces de explorar entornos extremos.
El Buoyant Rover for Under-Ice Exploration representa, por tanto, una pieza fundamental en el futuro de la exploración planetaria. Si las pruebas continúan siendo exitosas, este tipo de vehículos podría ser la clave para acceder, por primera vez en la historia, a los océanos ocultos de otros mundos y responder a la eterna pregunta de si estamos solos en el universo.
(Fuente: NASA)
