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La tranquila galaxia IC 758 revela un turbulento pasado a 60 millones de años luz

La tranquila galaxia IC 758 revela un turbulento pasado a 60 millones de años luz

La imagen que acompaña a esta noticia, capturada en 2023 por el telescopio espacial Hubble, nos muestra la aparente serenidad de la galaxia espiral IC 758, situada a unos 60 millones de años luz de la Tierra, en la constelación de la Osa Mayor. A simple vista, IC 758 parece un remanso de paz en el vasto cosmos, con sus brazos espirales azulados que se enroscan suavemente en torno a un núcleo central difuso y barrado. Sin embargo, tras esa apariencia apacible se esconde una historia marcada por la violencia cósmica.

IC 758 es un ejemplo fascinante de galaxia espiral barrada, un tipo de estructura galáctica en la que el núcleo central se prolonga en forma de barra antes de dar paso a los brazos espirales. Esta morfología, lejos de ser solo un detalle estético, influye en la dinámica interna de la galaxia, canalizando gas y polvo hacia el centro y favoreciendo la formación de nuevas estrellas. Las imágenes obtenidas por el Hubble, fruto de la colaboración entre la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), permiten a los astrónomos analizar con detalle las distintas regiones de formación estelar y las características de los brazos espirales, incluso en galaxias lejanas como IC 758.

No obstante, la historia de IC 758 no siempre ha sido tan calmada como sugiere su aspecto actual. En 1999, esta galaxia fue escenario de un acontecimiento catastrófico: la explosión de una supernova. Las supernovas son uno de los fenómenos más energéticos del universo y marcan el final de la vida de estrellas masivas. Cuando una estrella agotada colapsa bajo su propia gravedad, libera en cuestión de segundos una cantidad de energía equivalente a la que producirá el Sol durante toda su vida. Esta explosión puede brillar más que toda la galaxia que la alberga durante días o semanas y es crucial para la dispersión de elementos pesados, vitales para la formación de planetas y la vida.

El registro de supernovas en galaxias como IC 758 es esencial para entender tanto la evolución estelar como los procesos de enriquecimiento químico del universo. Gracias a observaciones como las del Hubble, los astrónomos pueden estudiar los restos de estos colosales eventos y su impacto en las regiones circundantes. Además, las supernovas actúan como “faros cósmicos”, permitiendo medir distancias en el universo profundo y contribuyendo a desentrañar la expansión acelerada del cosmos.

Más allá de IC 758, la investigación de galaxias espirales y sus eventos extremos se beneficia del trabajo conjunto de múltiples agencias espaciales y empresas privadas. La NASA, junto a la ESA, lidera misiones emblemáticas como el Hubble o el telescopio James Webb, que ofrecen imágenes en distintas longitudes de onda para desvelar los secretos de la formación y evolución galáctica. Por su parte, la empresa estadounidense SpaceX, pionera en el sector aeroespacial privado, continúa desarrollando cohetes reutilizables y naves como Starship, que prometen abaratar el acceso al espacio y multiplicar el número de misiones científicas.

En Europa, la compañía española PLD Space ha logrado avances notables en el desarrollo de lanzadores reutilizables, como el cohete Miura 1, que busca situar a España en la vanguardia de los lanzamientos suborbitales y, próximamente, orbitales. Mientras tanto, Virgin Galactic ha retomado sus vuelos turísticos al borde del espacio, aunque también colabora en experimentos científicos en microgravedad. Blue Origin, la firma de Jeff Bezos, avanza en el desarrollo de su cohete New Glenn y en misiones comerciales y científicas con el módulo lunar Blue Moon, previsto para apoyar la exploración lunar en colaboración con la NASA.

En el campo de la astrofísica, la búsqueda de exoplanetas —planetas que orbitan otras estrellas— sigue cosechando éxitos gracias a satélites como TESS (de la NASA) y CHEOPS (de la ESA). El estudio de sistemas planetarios en otras galaxias, aunque por ahora solo posible de manera indirecta, es un objetivo a largo plazo para telescopios de próxima generación. El conocimiento de explosiones como la de IC 758 ayudará a comprender mejor la habitabilidad de planetas en entornos sometidos a radiación extrema.

La imagen de IC 758 no es solo un bello testimonio visual del cosmos, sino un recordatorio de que, incluso en los lugares más tranquilos del universo, acechan las fuerzas más poderosas y transformadoras. El trabajo de las agencias públicas y privadas continúa desvelando la compleja historia de las galaxias, aportando nuevos datos que nos acercan, paso a paso, a entender nuestro lugar en el universo.

(Fuente: NASA)