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Las células en órbita: cómo el estudio de la vida en microgravedad impulsa la biotecnología espacial

Las células en órbita: cómo el estudio de la vida en microgravedad impulsa la biotecnología espacial

La investigación biológica en el espacio ha alcanzado un nuevo hito en agosto de 2025, cuando científicos de la NASA y otras agencias espaciales han presentado avances sobre cómo las células —la unidad fundamental de la vida— responden y evolucionan en condiciones de microgravedad. Desde los primeros experimentos a bordo de Skylab en la década de 1970 hasta los sofisticados laboratorios actuales de la Estación Espacial Internacional (EEI), el estudio celular fuera de la Tierra está revolucionando la comprensión de la fisiología y la biotecnología.

Las células, ya sean bacterias unicelulares o las especializadas que conforman los tejidos animales y vegetales, han mostrado una extraordinaria capacidad de adaptación a entornos extremos. En la Tierra, estas adaptaciones responden a factores como la gravedad, la temperatura o la presión. Sin embargo, al transportar células al espacio, investigadores han observado cambios sorprendentes en su estructura, función y comportamiento.

Un ejemplo paradigmático es el de las neuronas, cuyas prolongaciones permiten la transmisión rápida de señales a lo largo del cuerpo humano y animal. En microgravedad, estas células muestran variaciones en su crecimiento y en la forma en que se comunican unas con otras. Estudios recientes realizados por la NASA, en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA) y la japonesa JAXA, han revelado alteraciones en la expresión genética de las neuronas, que podrían tener implicaciones tanto para la salud de los astronautas como para el desarrollo de futuras terapias neurológicas en la Tierra.

El sector privado se suma a la investigación espacial

La nueva etapa de la biología espacial no sería posible sin la colaboración entre agencias públicas y empresas privadas. SpaceX, por ejemplo, ha sido un socio clave en el transporte regular de muestras biológicas y experimentos a la EEI, gracias a su cápsula Dragon. Los lanzamientos de SpaceX han permitido enviar cultivos celulares y tejidos humanos, que son analizados en condiciones de microgravedad para estudiar el envejecimiento acelerado, la resistencia a enfermedades y la regeneración de tejidos.

Por su parte, Blue Origin, la empresa fundada por Jeff Bezos, está desarrollando nuevas plataformas de experimentación biológica a bordo de su cohete New Shepard. Estos vuelos suborbitales ofrecen periodos breves de ingravidez ideales para experimentos rápidos y para la validación de tecnologías médicas espaciales, como laboratorios en miniatura y sistemas avanzados de cultivo celular.

La española PLD Space, pionera europea en microlanzadores reutilizables, también ha anunciado acuerdos para transportar cargas biológicas a la órbita baja. Su cohete Miura 5, que debutará en 2025, está diseñado para misiones científicas y comerciales que requieren acceso frecuente y flexible al espacio, lo que abrirá nuevas oportunidades a centros de investigación y universidades en Europa.

Aplicaciones médicas y biotecnológicas

Uno de los campos con mayor potencial es la investigación de enfermedades complejas y el desarrollo de nuevos fármacos. En microgravedad, las células a menudo se comportan de forma diferente que en la Tierra: crecen más rápido, forman estructuras tridimensionales y muestran respuestas únicas a los estímulos. Esto permite a los científicos simular el proceso de envejecimiento, probar medicamentos para patologías como el cáncer o la osteoporosis, y estudiar infecciones bacterianas en un entorno controlado.

Un hito reciente ha sido el cultivo de organoides —estructuras celulares que imitan órganos humanos— en la EEI. Estos mini órganos se están utilizando para investigar la regeneración de tejidos y la respuesta inmunitaria en el espacio, con aplicaciones directas para la medicina terrestre y la futura exploración interplanetaria.

La exploración de exoplanetas y la búsqueda de vida

El estudio de la biología celular en el espacio también tiene implicaciones para la astrobiología, la disciplina que busca comprender el origen y la distribución de la vida en el universo. Misiones como la del telescopio James Webb, gestionado por la NASA y la ESA, han identificado exoplanetas con condiciones potencialmente habitables. Los experimentos celulares en microgravedad contribuyen a desvelar cómo podría surgir y sobrevivir la vida fuera de la Tierra, y qué adaptaciones serían necesarias para colonizar otros mundos.

Virgin Galactic, especializada en el turismo suborbital, ha anunciado que sus vuelos también serán utilizados para experimentos biológicos en el futuro, lo que ampliará el acceso a la investigación científica en el espacio.

Un futuro impulsado por la colaboración internacional

El avance en la investigación celular en el espacio es fruto de la cooperación entre agencias públicas, como la NASA, la ESA o la japonesa JAXA, y empresas pioneras como SpaceX, Blue Origin, PLD Space y Virgin Galactic. Esta sinergia está sentando las bases de una nueva era biotecnológica, en la que los descubrimientos realizados en órbita tendrán un impacto directo en la salud, la tecnología y la exploración espacial.

A medida que crece el acceso al espacio y se perfeccionan los laboratorios orbitales, la ciencia de las células en microgravedad promete ofrecer respuestas a preguntas fundamentales sobre la vida y el futuro de la humanidad más allá de la Tierra.

(Fuente: NASA)