Marte y Mercurio se alinean, las Leónidas iluminan el cielo y Saturno pierde sus anillos

El mes de noviembre llega cargado de espectáculos celestes que fascinarán tanto a astrónomos aficionados como a profesionales. Las noches invitan a mirar al firmamento y ser testigos de tres fenómenos destacados: una inusual aproximación entre Marte y Mercurio, la tradicional lluvia de meteoros Leónidas y la creciente inquietud científica ante la progresiva desaparición de los icónicos anillos de Saturno.
**Un encuentro planetario poco frecuente: conjunción de Marte y Mercurio**
Durante la segunda quincena de noviembre, los observadores del hemisferio norte tendrán la oportunidad de presenciar la rara conjunción de Marte y Mercurio. Estos dos planetas rocosos, los más cercanos al Sol después de la Tierra, aparecerán juntos en el cielo del amanecer. La conjunción máxima se producirá en torno al 18 de noviembre, cuando ambos astros se aproximarán a menos de un grado de separación aparente, lo que permitirá verlos en el mismo campo de visión con prismáticos o pequeños telescopios.
Marte, conocido como el planeta rojo por su característico tono anaranjado debido al óxido de hierro en su superficie, se verá algo más tenue que otros años debido a su posición en el cielo matinal, mientras que Mercurio, el más esquivo de los planetas por su proximidad al Sol, brillará con un resplandor pálido y blanquecino. Este tipo de conjunciones son relativamente raras porque la órbita rápida de Mercurio y la más lenta de Marte dificultan que ambos coincidan en el mismo sector del cielo desde la perspectiva terrestre.
El interés científico en estas alineaciones no es solo estético. Las conjunciones pueden servir como referencia para calibrar instrumentos astronómicos y, en ocasiones, para planificar observaciones de eventos como ocultaciones o tránsitos. Además, el creciente número de misiones espaciales a Marte, como las sondas Perseverance y Tianwen-1, mantiene a este planeta como uno de los focos de la carrera espacial internacional, tanto pública como privada.
**Las Leónidas: una lluvia de meteoros con legado histórico**
Las noches del 17 al 18 de noviembre se presentan como las mejores para disfrutar de la lluvia de meteoros Leónidas, uno de los eventos más espectaculares del calendario astronómico anual. Las Leónidas son famosas por sus repentinas tormentas de meteoros, como la histórica de 1833 en la que se contabilizaron decenas de miles de estrellas fugaces por hora, un hito que inspiró a generaciones de científicos y poetas.
Los meteoros Leónidas se originan a partir de los restos del cometa 55P/Tempel-Tuttle, que cada 33 años se acerca al Sol y deja tras de sí una densa estela de partículas. Cuando la Tierra atraviesa este rastro, los fragmentos entran en la atmósfera a velocidades superiores a 70 kilómetros por segundo, generando destellos brillantes y, en ocasiones, bolas de fuego.
Este año, las condiciones de observación serán favorables, ya que la Luna estará en cuarto menguante y su luz no interferirá demasiado con la visión de los meteoros. Los expertos recomiendan buscar un lugar alejado de la contaminación lumínica y mirar hacia la constelación de Leo, de donde parecen emanar las estrellas fugaces. Aunque no se espera una tormenta como la de 1833, los astrónomos calculan que podrían observarse entre 10 y 15 meteoros por hora en el momento álgido.
**Los anillos de Saturno: ¿un icono en peligro de extinción?**
Uno de los aspectos más intrigantes de la actualidad planetaria es la preocupación por el futuro de los anillos de Saturno. Recientes estudios liderados por la NASA y otras agencias espaciales han confirmado que los anillos están perdiendo masa a un ritmo más rápido de lo que se pensaba. Este proceso, conocido como «lluvia de anillos», implica que las partículas de hielo y polvo que forman los anillos son atraídas por el campo gravitatorio del planeta, precipitándose hacia su atmósfera.
Las observaciones de la sonda Cassini, que orbitó Saturno entre 2004 y 2017, revelaron que los anillos podrían desaparecer en un plazo de entre 100 y 300 millones de años, un suspiro en términos cósmicos. El fenómeno está impulsado por la interacción entre la radiación solar, el campo magnético de Saturno y su atmósfera superior, que juntos crean una corriente eléctrica que arrastra las partículas hacia el planeta.
El origen de los anillos de Saturno sigue siendo objeto de debate. Algunos científicos creen que se formaron tras la destrucción de una luna por el impacto de un cometa o asteroide, mientras que otros sostienen que podrían ser remanentes de la formación temprana del sistema solar. La posible desaparición de los anillos supone no solo la pérdida de uno de los rasgos más emblemáticos del firmamento, sino también una oportunidad única para estudiar la dinámica de los sistemas planetarios.
Noviembre se presenta, por tanto, como un mes clave para quienes buscan comprender y admirar la belleza y complejidad del cosmos. Desde conjunciones planetarias hasta lluvias de meteoros y misterios no resueltos sobre los gigantes gaseosos, el cielo nocturno sigue siendo un laboratorio natural que nos invita a mirar más allá de nuestro horizonte.
(Fuente: NASA)
