Shannon Walker se despide de la NASA tras una carrera de casi cuatro décadas y 330 días en órbita

La astronauta Shannon Walker ha puesto punto final a una trayectoria ejemplar en la NASA, anunciando su retirada oficial el pasado 10 de julio. Con 38 años dedicados a la exploración espacial, Walker atesora una experiencia que abarca más de tres décadas de servicio federal, de las cuales 21 años los ha pasado formando parte activa del selecto cuerpo de astronautas estadounidense. Su legado incluye dos misiones espaciales y una contribución esencial al avance de la ciencia y la tecnología en el entorno de microgravedad.
Walker, nacida en Houston (Texas), se unió a la NASA en 1987, integrándose primero en el equipo de ingeniería del Centro Espacial Johnson. Su formación como física fue clave para su posterior selección como astronauta en el año 2004, momento a partir del cual comenzó un intenso entrenamiento que la prepararía para afrontar los desafíos de la vida en el espacio. Su primera oportunidad de volar más allá de la atmósfera llegó en 2010, cuando fue asignada como ingeniera de vuelo en la Expedición 24/25 a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Durante esta misión, lanzada desde el cosmódromo de Baikonur en una nave Soyuz TMA-19, Walker permaneció más de cinco meses en la EEI, participando activamente en la realización de experimentos científicos y en el mantenimiento de los sistemas vitales de la estación. Este primer vuelo espacial permitió a Walker familiarizarse con los retos físicos y psicológicos del espacio, así como con el trabajo colaborativo en un entorno multicultural; no en vano, la tripulación estaba compuesta por astronautas y cosmonautas de diferentes países.
Una década después, en noviembre de 2020, Walker regresó al espacio como parte de la histórica misión Crew-1 de SpaceX. Este vuelo marcó un hito en la colaboración público-privada, al tratarse de la primera misión operacional tripulada de la cápsula Crew Dragon, desarrollada por la empresa de Elon Musk. Junto a sus compañeros Michael Hopkins, Victor Glover y Soichi Noguchi, Walker volvió a la EEI, donde permaneció durante 167 días, alcanzando así un total acumulado de 330 días en órbita a lo largo de su carrera.
La participación de Walker en la misión Crew-1 fue especialmente significativa por varias razones. En primer lugar, simbolizó el regreso de los lanzamientos tripulados desde suelo estadounidense tras la retirada del transbordador espacial en 2011. Además, evidenció la madurez del programa Commercial Crew, en el que SpaceX y la NASA han trabajado codo con codo para garantizar la seguridad y la autonomía en el acceso al espacio. Esta misión también sirvió para establecer nuevos procedimientos de trabajo en la EEI, aprovechando las capacidades ampliadas de la Crew Dragon para transportar más carga y más astronautas.
A lo largo de sus dos estancias en la estación, Shannon Walker colaboró en la ejecución de cientos de experimentos científicos que abarcaron desde la biomedicina hasta la física de materiales, pasando por la observación de la Tierra y la validación de nuevas tecnologías. Muchos de estos trabajos, realizados en condiciones de microgravedad, han tenido aplicaciones directas en la vida cotidiana en la Tierra, además de allanar el camino para futuras exploraciones a la Luna y Marte.
Walker también desempeñó funciones de liderazgo dentro del cuerpo de astronautas, llegando a ocupar el puesto de directora de operaciones en Rusia, donde coordinó la formación de astronautas estadounidenses que volaban en las naves Soyuz. Su papel fue crucial para mantener la cooperación internacional en uno de los periodos más complejos de las relaciones entre ambos países, garantizando la continuidad de la presencia humana en órbita baja.
La retirada de Shannon Walker llega en un momento de efervescencia para la exploración espacial. La NASA, en colaboración con empresas como SpaceX y Blue Origin, se prepara para el regreso a la Luna con el programa Artemis, mientras que la industria privada continúa desarrollando nuevas tecnologías para el turismo espacial, como ha demostrado recientemente Virgin Galactic con sus vuelos suborbitales. En paralelo, la agencia europea ESA y compañías españolas como PLD Space avanzan en el desarrollo de lanzadores reutilizables que prometen abaratar el acceso al espacio.
El legado de Walker no solo se mide en días en órbita, sino también en el ejemplo de perseverancia y excelencia que deja para las nuevas generaciones de astronautas y científicos. Su carrera es un testimonio de la importancia del trabajo en equipo y la cooperación internacional en la conquista del espacio.
Con su partida, la NASA pierde a una de sus figuras más experimentadas, pero el futuro de la exploración humana más allá de la Tierra sigue asegurado gracias a la labor de pioneros como Shannon Walker.
(Fuente: NASA)

 
							 
							