Un dron pionero de la NASA desafía el desierto para preparar la exploración aérea de Marte

En el árido y agreste paisaje de las Dunas Dumont, en pleno Desierto de Mojave (California), un equipo de ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA ha realizado en septiembre de 2025 una serie de vuelos experimentales con un dron de investigación. Este ensayo, lejos de ser una simple prueba tecnológica terrestre, representa un paso trascendental en la preparación de la navegación autónoma de futuras aeronaves de rotores en Marte, el llamado planeta rojo.
El objetivo central de la campaña es poner a punto un avanzado software de navegación que permita a los futuros helicópteros marcianos desenvolverse en entornos hostiles y desconocidos, sin intervención humana directa y con un margen de error mínimo. En la actualidad, la comunicación entre la Tierra y Marte sufre un retraso de entre 4 y 24 minutos, lo que imposibilita el control manual en tiempo real. Por ello, resulta imprescindible el desarrollo de sistemas autónomos que permitan a estos vehículos voladores tomar decisiones inteligentes sobre la marcha, esquivando obstáculos, eligiendo rutas óptimas y adaptándose a las condiciones cambiantes de la superficie marciana.
El dron empleado en las Dunas Dumont no es un modelo cualquiera. Equipado con sensores de última generación, cámaras multiespectrales y un sistema de procesamiento a bordo basado en inteligencia artificial, este prototipo es capaz de captar información del entorno, identificar accidentes geográficos y reinterpretar su trayectoria en tiempo real. Además, los ingenieros han incorporado algoritmos inspirados en la experiencia acumulada con el helicóptero Ingenuity, aún activo en Marte desde su llegada junto al rover Perseverance en 2021.
La campaña de pruebas forma parte de una ambiciosa cartera de 25 proyectos financiados por el programa Mars Technology Initiative de la NASA, que busca sentar las bases tecnológicas para la próxima generación de exploradores extraplanetarios. El éxito de Ingenuity, que ha superado ampliamente las expectativas iniciales al completar decenas de vuelos en la atmósfera marciana, ha impulsado a la agencia espacial estadounidense a apostar por vehículos aéreos aún más sofisticados para próximas misiones a Marte y, eventualmente, a otros cuerpos celestes como Titán, la luna de Saturno.
En el contexto internacional, el desarrollo de aeronaves capaces de operar en otros planetas ha despertado un interés creciente tanto en agencias públicas como en empresas privadas. La NASA lidera esta carrera, pero compañías como SpaceX y Blue Origin, rivales en la industria aeroespacial estadounidense, han manifestado su intención de incorporar drones y pequeños helicópteros a sus misiones de exploración planetaria, con vistas a futuros asentamientos humanos y la explotación de recursos extraterrestres.
En Europa, la española PLD Space ha cosechado importantes éxitos en el ámbito de los lanzadores reutilizables, si bien todavía no han anunciado un proyecto propio de aeronaves aéreas para Marte. Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) colabora estrechamente con la NASA en el desarrollo de tecnologías para la exploración robótica y la búsqueda de exoplanetas, mientras que Virgin Galactic, centrada en el turismo suborbital, podría eventualmente diversificar su actividad hacia la exploración planetaria.
El reto técnico de volar en Marte es inmenso: la atmósfera marciana tiene apenas un 1% de la densidad de la terrestre, lo que obliga a diseñar rotores mucho más grandes y ligeros, y motores de alta eficiencia energética. Además, las temperaturas extremas, la presencia de polvo en suspensión y la radiación solar suponen desafíos adicionales para la electrónica y los sistemas de navegación.
La experiencia acumulada en el desierto californiano, uno de los entornos terrestres más parecidos a Marte por su aridez y variedad de accidentes geográficos, está siendo fundamental para afinar el software y los algoritmos de control. Los vuelos realizados en las Dunas Dumont han servido para poner a prueba la capacidad del dron para evitar obstáculos, gestionar aterrizajes de precisión y optimizar el consumo energético, aspectos cruciales para garantizar la viabilidad de las misiones marcianas de largo recorrido.
La próxima década se perfila así como un periodo de grandes avances en la exploración aérea de Marte y otros mundos. El éxito de estos experimentos terrestres es el primer paso para que, en un futuro no muy lejano, flotas de drones y helicópteros autónomos surquen los cielos de planetas y lunas, extendiendo el alcance de los exploradores humanos y abriendo nuevas fronteras para la ciencia y la tecnología.
(Fuente: NASA)
