Un río atmosférico golpea Washington con lluvias torrenciales, inundaciones y deslizamientos

Durante las últimas horas, el estado de Washington ha experimentado uno de los fenómenos meteorológicos más intensos de la temporada: un potente río atmosférico descargó lluvias torrenciales sobre la región occidental del estado, provocando graves inundaciones y deslizamientos de tierra que han afectado tanto a comunidades urbanas como rurales.
El término “río atmosférico” describe una corriente concentrada de vapor de agua que se desplaza por la atmósfera, transportando cantidades masivas de humedad desde los océanos hacia el interior de los continentes. Este fenómeno, comparable a auténticos ríos en el cielo, es responsable de hasta el 50% de las precipitaciones anuales en la costa oeste de Estados Unidos. Sin embargo, cuando estos ríos atmosféricos adquieren una intensidad excepcional, pueden desencadenar auténticos episodios de lluvias extremas, como los vividos recientemente en el estado de Washington.
Según el Servicio Nacional de Meteorología de EE. UU., en menos de 24 horas cayeron hasta 150 milímetros de lluvia en algunas zonas, cifra que supera con creces la media habitual para todo el mes de junio. Esta precipitación, combinada con el deshielo de las montañas Cascade y la saturación previa del terreno debido a las lluvias primaverales, generó condiciones ideales para que se produjesen inundaciones repentinas y múltiples deslizamientos de tierra.
Ciudades como Seattle, Tacoma y Everett sufrieron cortes de carreteras, interrupciones en el suministro eléctrico y la evacuación preventiva de algunas viviendas situadas en áreas de riesgo. Numerosos ríos, como el Snoqualmie y el Skagit, superaron sus niveles de alerta, desencadenando la movilización de equipos de emergencia locales y estatales. Los deslizamientos de tierra bloquearon varios tramos de la autopista interestatal I-5, una de las principales arterias de la región, complicando aún más las labores de rescate y asistencia.
La vulnerabilidad de la región del Pacífico Noroeste ante estos episodios extremos se debe en gran medida a su geografía y clima. La proximidad al océano Pacífico, junto con la existencia de cadenas montañosas, favorece la acumulación de vapor de agua, que es liberado de forma abrupta cuando las masas de aire cálido y húmedo chocan con el relieve. Aunque los ríos atmosféricos son fenómenos habituales en la región, la frecuencia e intensidad de los episodios extremos parece estar aumentando en las últimas décadas, según indican recientes estudios científicos. Esta tendencia se vincula al cambio climático, que intensifica el ciclo hidrológico y aumenta la capacidad de la atmósfera para retener vapor de agua.
Las autoridades estatales han advertido sobre el riesgo de nuevos episodios de lluvias intensas a lo largo de la semana, ya que los modelos meteorológicos prevén la llegada de más sistemas frontales desde el Pacífico. El Departamento de Transporte de Washington ha recomendado evitar los desplazamientos innecesarios, especialmente en zonas rurales y montañosas, donde persiste el riesgo de deslizamientos y desbordamientos de ríos.
Este fenómeno pone de relieve la importancia de la monitorización meteorológica avanzada y la gestión de emergencias ante catástrofes naturales. En este contexto, las agencias espaciales, como la NASA, desempeñan un papel fundamental gracias a sus satélites de observación de la Tierra, que permiten analizar en tiempo real la evolución de los sistemas meteorológicos a gran escala. Por ejemplo, la constelación de satélites GPM (Global Precipitation Measurement), desarrollada en colaboración con la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), proporciona datos esenciales para anticipar episodios de lluvias extremas y mejorar los sistemas de alerta temprana.
Mientras tanto, la comunidad científica sigue investigando los vínculos entre el aumento de ríos atmosféricos de alta intensidad y el calentamiento global, con el objetivo de desarrollar estrategias de adaptación y mitigación frente a estos fenómenos. En paralelo, la ingeniería civil y la gestión del territorio en regiones como el noroeste de Estados Unidos se ven obligadas a reforzar infraestructuras y planes de emergencia para afrontar el reto de unas condiciones meteorológicas cada vez más impredecibles.
Aunque aún no se han reportado víctimas mortales, los daños materiales son considerables y las autoridades continúan evaluando el alcance de las pérdidas en infraestructuras, viviendas y explotaciones agrícolas. El episodio vivido en Washington sirve como recordatorio de la capacidad destructiva de la naturaleza y de la necesidad de conjugar ciencia, tecnología y prevención para reducir el impacto de futuros eventos extremos.
(Fuente: NASA)
