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Una estrella insólita desafía la comprensión actual del cosmos

Una estrella insólita desafía la comprensión actual del cosmos

Un grupo internacional de astrónomos ha identificado una estrella cuyas emisiones y comportamiento desconciertan a la comunidad científica, aportando nuevas pistas sobre el origen de una clase inédita de objetos celestes. El hallazgo, fruto de la combinación de observaciones del telescopio espacial de rayos X Chandra de la NASA y del radiotelescopio australiano ASKAP, podría revolucionar el conocimiento sobre la vida y muerte de las estrellas más extremas del universo.

La estrella protagonista de este hallazgo se localiza en la región de Wajarri, en Australia Occidental, y ha sido apodada “la estrella que no debería existir”. Lo que la distingue de cualquier otro objeto conocido es su asombrosa capacidad para emitir pulsos tanto de rayos X como de ondas de radio de manera intermitente, siguiendo un patrón que no encaja con las tipologías habituales de púlsares, magnetares o estrellas de neutrones convencionales.

El estudio se inició tras la detección de una señal de radio repetitiva, captada por el radiotelescopio ASKAP, que forma parte del proyecto Square Kilometre Array, una de las mayores infraestructuras astronómicas en la actualidad. Intrigados por la regularidad y potencia de estos pulsos —que se producían cada 22 minutos aproximadamente—, los científicos recurrieron al observatorio Chandra para investigar si había emisiones asociadas en el espectro de rayos X. Sorprendentemente, Chandra confirmó que la fuente estelar también emitía potentes destellos en rayos X, sincronizados con los pulsos de radio.

En la mayoría de los casos conocidos, los púlsares —estrellas de neutrones altamente magnetizadas que giran rápidamente— emiten pulsos en escalas de milisegundos a segundos, y rara vez en intervalos tan largos como los de este nuevo objeto. Además, los magnetares, famosos por sus descomunales campos magnéticos y violentas explosiones de rayos X, tampoco presentan este tipo de pulsaciones regulares y duraderas. Esto llevó a los investigadores a plantear que podrían estar ante una forma de estrella de neutrones hasta ahora desconocida o ante un objeto totalmente nuevo.

La historia de la astronomía está jalonada de sorpresas relacionadas con estrellas compactas. Desde el descubrimiento del primer púlsar en 1967, cuando Jocelyn Bell Burnell identificó un objeto que emitía señales de radio regulares, los astrónomos han ido clasificando las estrellas de neutrones según su periodo de rotación, energía y emisiones electromagnéticas. Los magnetares, por su parte, se identificaron a finales del siglo XX gracias a sus enormes campos magnéticos y a sus impredecibles estallidos de energía. Sin embargo, la estrella ahora observada desafía todas las clasificaciones convencionales.

El equipo investigador ha barajado varias hipótesis sobre la naturaleza de este misterioso objeto. Una posibilidad es que se trate de un magnetar de muy baja rotación, mucho más lento que los conocidos hasta ahora, o bien de una estrella de neutrones en una fase evolutiva nunca antes observada. Otra teoría sugiere que podría tratarse de un remanente estelar exótico, fruto de una evolución atípica tras la explosión de una supernova. Lo que es indudable es que su capacidad para emitir pulsos tan intensos y regulares tanto en radio como en rayos X abre la puerta a un nuevo campo de estudio sobre la física extrema de los objetos compactos.

El hallazgo subraya la importancia de combinar diferentes ventanas de observación astronómica, como la radioastronomía y la astrofísica de altas energías, para desvelar los secretos más recónditos del cosmos. Además, pone de manifiesto el potencial de infraestructuras como ASKAP y Chandra para trabajar de forma complementaria, permitiendo descubrir fenómenos que, de otro modo, pasarían desapercibidos.

A medida que avancen las investigaciones y se realicen nuevas campañas de observación, los científicos esperan recopilar más datos que ayuden a descifrar la verdadera naturaleza de este objeto excepcional. El descubrimiento no solo desafía los modelos actuales sobre los restos estelares, sino que también sugiere que el universo podría albergar una población aún desconocida de estrellas con comportamientos extremos, listas para ser descubiertas gracias a la próxima generación de telescopios.

Este hallazgo abre un nuevo capítulo en la exploración del cosmos y podría tener profundas implicaciones para la física de altas energías y la evolución de las estrellas más masivas. (Fuente: NASA)