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China impulsa la vigilancia sísmica con el lanzamiento de un nuevo satélite electromagnético junto a Europa

China impulsa la vigilancia sísmica con el lanzamiento de un nuevo satélite electromagnético junto a Europa

La madrugada del sábado, China reforzó su apuesta por la observación avanzada de fenómenos sísmicos al poner en órbita un innovador satélite colaborativo dedicado al monitoreo electromagnético, con la intención de detectar señales precursoras de eventos naturales devastadores como los terremotos. Este nuevo satélite, producto de una estrecha cooperación entre la agencia espacial china y socios europeos, refleja la creciente tendencia internacional hacia la colaboración científica para afrontar retos globales.

El satélite, denominado oficialmente CSES-2 (China Seismo-Electromagnetic Satellite 2), es la segunda misión de su tipo liderada por la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA) y responde a la estrategia nacional de reducir el impacto de los desastres naturales en sus regiones más vulnerables. La órbita inicial del artefacto, situada en una franja baja terrestre, le permitirá una cobertura regular de áreas sísmicamente activas en el continente asiático y en otros puntos estratégicos del planeta.

CSES-2 despegó a bordo de un cohete Larga Marcha desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan, en el desierto de Gobi. El éxito del lanzamiento fue confirmado poco después tras la correcta separación del satélite y la adquisición de la señal. Equipado con avanzados sensores, el satélite monitorizará variaciones en los campos eléctricos y magnéticos de la Tierra, así como la ionosfera, buscando patrones que, según investigaciones recientes, podrían anticipar terremotos de gran magnitud o erupciones volcánicas.

La misión es el resultado de un consorcio internacional en el que participan centros de investigación de Italia, Francia y otros países europeos, aportando instrumentación científica clave y experiencia en el análisis de datos geofísicos. En particular, la Agencia Espacial Italiana (ASI) ha contribuido con sensores de alta sensibilidad capaces de registrar anomalías electromagnéticas a diferentes altitudes. Estos instrumentos complementan los dispositivos chinos, que ya demostraron su eficacia en la primera misión CSES lanzada en 2018, cuyos datos han sido utilizados en más de un centenar de publicaciones científicas y han abierto nuevas líneas de investigación en el campo de la predicción sísmica.

La predicción de terremotos sigue siendo uno de los grandes desafíos de la geociencia moderna. Aunque aún no existe un método infalible para anticipar estos eventos, estudios recientes sugieren que ciertos cambios en la ionosfera y el campo electromagnético terrestre podrían preceder a grandes seísmos. El objetivo de CSES-2 es recopilar una cantidad masiva de datos que permitan a la comunidad científica validar estas hipótesis y, en el futuro, desarrollar sistemas de alerta temprana más fiables.

Este nuevo hito de la CNSA se produce en un contexto de fuerte dinamismo en el sector aeroespacial global. Mientras SpaceX continúa batiendo récords de reutilización y lanzamientos con su Falcon 9, y Blue Origin avanza en su cohete New Glenn tras la reciente prueba de motores BE-4, Europa busca recuperar su protagonismo tras los retrasos del Ariane 6. En España, la firma PLD Space ultima los preparativos para la primera misión orbital del Miura 1, consolidando así el papel emergente de las start-ups europeas en el acceso al espacio. Por su parte, la NASA mantiene su calendario de lanzamientos a la Luna con Artemis II, y en el ámbito de la exploración exoplanetaria, el telescopio James Webb ha permitido la caracterización de atmósferas de planetas fuera del Sistema Solar con un nivel de detalle sin precedentes.

En comparación, la apuesta china por la ciencia colaborativa representa un giro estratégico. Históricamente, la CNSA ha optado por el desarrollo de capacidades propias, pero en los últimos cinco años ha intensificado su cooperación con agencias y centros de investigación de Europa, Asia y Sudamérica. Este enfoque abierto se ha traducido en la creación de misiones mixtas no sólo en el ámbito de la observación terrestre, sino también en la exploración lunar y marciana.

El lanzamiento del CSES-2 no sólo mejorará la capacidad de China y sus socios para monitorizar fenómenos sísmicos, sino que también sienta las bases para una mayor integración de datos globales. En un futuro próximo, los datos suministrados por este satélite podrían integrarse en redes internacionales de alerta, contribuyendo a salvar vidas y a mejorar la resiliencia de las sociedades ante catástrofes naturales.

Así, con esta misión, China y Europa dan un paso decisivo hacia una ciencia espacial más abierta, cooperativa y orientada a la protección de la vida en la Tierra, reforzando el papel de la tecnología satelital como herramienta esencial frente a los desafíos de nuestro siglo.

(Fuente: SpaceNews)