China impulsa su red de satélites secretos con un potente lanzamiento del Larga Marcha 5

En la madrugada del jueves, China ha reforzado su constelación de satélites de uso confidencial con el lanzamiento de una nueva misión desde el centro espacial de Wenchang, situado en la isla de Hainan. El protagonista de esta operación ha sido el cohete Larga Marcha 5, el más potente en el arsenal chino, que ha puesto en órbita de transferencia geoestacionaria un satélite cuya naturaleza y objetivos permanecen envueltos en el secreto, como ya es habitual en los programas espaciales de defensa y seguridad de la República Popular.
El Larga Marcha 5, conocido internacionalmente como CZ-5, es una pieza clave en la estrategia espacial de China. Desde su debut en 2016, este lanzador de gran capacidad —con una carga útil máxima a órbita geoestacionaria que supera las 14 toneladas— ha sido empleado tanto para misiones científicas de gran envergadura, como la sonda lunar Chang’e 5 o la misión marciana Tianwen-1, como para colocar satélites de comunicaciones y, en ocasiones, cargas clasificadas.
El satélite lanzado en esta ocasión se suma a una serie de ingenios espaciales cuya función, aunque oficialmente no se ha revelado, presumiblemente incluye inteligencia electrónica, comunicaciones seguras, o incluso tareas de alerta temprana. Las agencias internacionales de seguimiento han constatado que, en los últimos años, China ha intensificado el despliegue de estos activos en posiciones estratégicas de la órbita geoestacionaria, lo que permite una cobertura permanente sobre áreas de interés para sus Fuerzas Armadas y organismos gubernamentales.
La estrategia china de opacidad contrasta con la tendencia hacia la transparencia que impera en Estados Unidos y Europa. Así, mientras la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) o compañías privadas como SpaceX y Blue Origin informan en tiempo real del propósito y resultados de sus lanzamientos, China limita al máximo la información sobre determinadas misiones. En el caso estadounidense, SpaceX mantiene un ritmo frenético de misiones tanto comerciales como gubernamentales, y en el último año ha superado la barrera de los 100 lanzamientos anuales, impulsando la proliferación de satélites Starlink y colaborando en misiones militares para el Pentágono.
Por su parte, Blue Origin, la compañía fundada por Jeff Bezos, avanza en el desarrollo de su cohete pesado New Glenn y en su programa de vuelos suborbitales tripulados, mientras que Virgin Galactic, tras superar diversos problemas técnicos, ha retomado las operaciones comerciales de turismo espacial. En Europa, la española PLD Space ha logrado en 2023 un hito histórico al lanzar con éxito el Miura 1, el primer cohete privado reutilizable del continente, marcando un antes y un después para la industria espacial europea.
El reciente lanzamiento chino con el Larga Marcha 5 pone de manifiesto la rivalidad cada vez más intensa en la órbita geoestacionaria, un entorno clave tanto para las telecomunicaciones globales como para la seguridad nacional. Mientras que Estados Unidos y sus aliados desarrollan tecnologías para la protección de sus satélites frente a posibles amenazas —incluyendo sistemas de interferencia y satélites de inspección—, China sigue ampliando su flota de artefactos con capacidades desconocidas, lo que alimenta la preocupación internacional sobre el equilibrio estratégico en el espacio.
En paralelo, la exploración científica no se detiene. La NASA y la ESA continúan cosechando éxitos con sus misiones de búsqueda de exoplanetas, como TESS y CHEOPS, y la próxima generación de telescopios espaciales, encabezada por el James Webb, ya ha proporcionado datos sin precedentes sobre mundos lejanos que orbitan otras estrellas. Estas iniciativas contrastan con la vertiente más opaca del sector, en la que la dualidad civil-militar sigue siendo una realidad ineludible.
En definitiva, el reciente lanzamiento del Larga Marcha 5 confirma que China se consolida como uno de los actores más activos y enigmáticos en el escenario espacial global. Mientras la competencia tecnológica y estratégica se intensifica, la transparencia y la cooperación internacional siguen siendo cuestiones pendientes en un entorno cada vez más congestionado y disputado.
(Fuente: SpaceNews)

 
							 
							