China impulsa su sector espacial privado con el exitoso lanzamiento de Gravity-1 desde el Mar Amarillo

El sector espacial chino continúa avanzando a pasos agigantados, y esta vez los reflectores se posan sobre su pujante industria privada. Orienspace, una de las startups más prometedoras del país, ha alcanzado un nuevo hito al completar con éxito su segundo lanzamiento: la puesta en órbita de tres satélites a bordo de su cohete Gravity-1, que despegó desde una plataforma marítima situada en el Mar Amarillo.
Este logro es especialmente significativo porque implica no solo la consolidación de Orienspace como actor relevante dentro del competitivo mercado de lanzamientos comerciales, sino que también supone un avance tecnológico de peso con el uso de cohetes sólidos de gran tamaño lanzados desde barcazas. Este tipo de lanzamientos marítimos, aunque poco frecuentes, ofrecen ventajas estratégicas: permiten adaptar la ubicación de despegue para maximizar la eficiencia orbital y minimizar riesgos sobre áreas habitadas, algo que ya han explorado en el pasado programas espaciales como el ruso y el ucraniano, y que China está llevando ahora al ámbito privado.
Gravity-1 es un cohete de combustible sólido de nueva generación, diseñado para responder a la creciente demanda de lanzamientos comerciales de satélites pequeños y medianos. Según los datos técnicos facilitados por Orienspace, este vehículo puede transportar hasta 6,5 toneladas a órbita baja terrestre (LEO), situándose entre los lanzadores más potentes de su categoría propulsados exclusivamente por combustible sólido. El éxito de este lanzamiento confirma la fiabilidad del sistema tras su debut a finales de 2023, y consolida a Orienspace como competidor directo de otras empresas emergentes del sector, como ExPace o Galactic Energy.
El uso de plataformas marítimas para lanzamientos espaciales no es completamente novedoso, pero sí poco habitual en la esfera comercial. Iniciativas como Sea Launch, un consorcio internacional liderado por Boeing y RKK Energiya, ya realizaron lanzamientos desde el océano Pacífico entre 1999 y 2014. Sin embargo, la apuesta de Orienspace por el Mar Amarillo señala una tendencia creciente en Asia Oriental para diversificar y escalar la capacidad de acceso al espacio.
Durante la misión, los tres satélites puestos en órbita están destinados a distintas tareas comerciales y de observación terrestre, consolidando la emergente industria de satélites chinos en el mercado internacional. Este avance es una clara respuesta al auge global de la demanda de datos de observación y comunicaciones, en el que empresas como SpaceX, a través de su constelación Starlink, y la europea PLD Space —tras el exitoso vuelo de MIURA 1 en Huelva en 2023— están marcando el rumbo.
Mientras tanto, la competencia internacional no se queda atrás. SpaceX, con su ritmo vertiginoso de lanzamientos y el desarrollo del gigantesco Starship, sigue liderando el sector, y Blue Origin ha anunciado importantes avances en el desarrollo de su cohete reutilizable New Glenn, que podría debutar en los próximos meses. Por su parte, la NASA mantiene su foco en misiones científicas y de exploración, como el programa Artemis para regresar a la Luna, y el reciente descubrimiento de nuevos exoplanetas gracias al telescopio James Webb. Virgin Galactic, por otro lado, sigue apostando por el turismo suborbital, con vuelos comerciales regulares que buscan democratizar el acceso al espacio.
La consolidación de nuevas empresas chinas como Orienspace en el sector de lanzamientos espaciales evidencia el rápido desarrollo tecnológico y empresarial del país asiático. China, que tradicionalmente ha confiado en su agencia espacial estatal (CNSA) para el grueso de sus programas, abre ahora la puerta a la innovación privada, siguiendo el modelo estadounidense que ha catapultado a empresas como SpaceX, Blue Origin o Rocket Lab a la primera línea mundial.
La expansión de la industria espacial privada china plantea nuevos retos y oportunidades en el ámbito internacional. Por un lado, la competencia en el acceso al espacio se intensifica, lo que podría traducirse en menores costes y una mayor oferta de servicios para clientes de todo el mundo. Por otro, la proliferación de lanzamientos comerciales exige establecer acuerdos y normativas internacionales para garantizar la sostenibilidad y seguridad en las órbitas terrestres, especialmente ante el creciente riesgo de la basura espacial.
En definitiva, el exitoso lanzamiento de Gravity-1 desde el Mar Amarillo marca un nuevo capítulo en la carrera espacial global, con China y sus empresas privadas posicionándose como actores de primer orden en el mercado internacional. El futuro del acceso al espacio será, sin duda, cada vez más diverso, competitivo y tecnológico, con empresas públicas y privadas compitiendo codo a codo por liderar la próxima era de exploración y explotación del cosmos.
(Fuente: SpaceNews)
