China refuerza su presencia espacial con el lanzamiento del satélite clasificado Shijian-28 mientras se retrasa el debut del cohete reutilizable Zhuque-3

China continúa con paso firme su avance en la conquista del espacio, apostando tanto por el desarrollo de tecnología propia de vanguardia como por la consolidación de su programa espacial nacional. El pasado domingo, el gigante asiático ejecutó el lanzamiento de un nuevo satélite experimental, el Shijian-28, en una operación envuelta en el habitual secretismo que caracteriza a muchos de los proyectos espaciales chinos. Paralelamente, el esperado vuelo inaugural del cohete comercial y reutilizable Zhuque-3, desarrollado por la empresa privada LandSpace, ha sufrido un retraso, lo que añade incertidumbre al ritmo de innovación en el sector aeroespacial chino.
Shijian-28: un satélite rodeado de misterio
El satélite Shijian-28 fue puesto en órbita desde el cosmódromo de Xichang, en la provincia de Sichuan, a bordo de un cohete Larga Marcha 3B, uno de los lanzadores más fiables y usados por la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA). Como es habitual en los lanzamientos de la serie “Shijian”, cuyo nombre significa “práctica”, las autoridades chinas han proporcionado muy pocos detalles sobre los objetivos y capacidades técnicas del satélite, alimentando las especulaciones sobre su verdadero propósito.
Los satélites Shijian han sido históricamente empleados como plataformas de experimentación tecnológica para sistemas de comunicaciones, navegación, observación terrestre e incluso para pruebas de defensa y vigilancia. Expertos internacionales coinciden en que la opacidad que rodea a estos lanzamientos sugiere aplicaciones potencialmente duales, tanto civiles como militares. En el caso concreto del Shijian-28, algunos analistas apuntan a la posibilidad de que cuente con instrumentos de observación avanzada, capacidad de retransmisión de datos y tal vez experimentos en inteligencia artificial aplicada al entorno espacial.
China, que en 2023 ya superó el medio centenar de lanzamientos orbitando satélites de todo tipo, refuerza así su posición como segunda potencia espacial mundial, tan solo por detrás de Estados Unidos. Mientras la NASA y empresas privadas estadounidenses como SpaceX y Blue Origin lideran el desarrollo de nuevas tecnologías de cohetes reutilizables y exploración interplanetaria, China avanza a paso seguro en la consolidación de su propia infraestructura orbital y en la preparación de misiones más ambiciosas, como el regreso de muestras lunares previsto para los próximos años.
El Zhuque-3: la apuesta privada por la reutilización sufre un revés
En paralelo a la exitosa puesta en órbita del Shijian-28, las miradas del sector espacial chino estaban puestas en el esperado debut del Zhuque-3, un cohete de nueva generación desarrollado por la firma privada LandSpace. Este lanzador, concebido para ser completamente reutilizable, representa la respuesta china a la revolución impulsada por SpaceX con sus cohetes Falcon 9 y Falcon Heavy, que han demostrado la viabilidad económica y técnica de la reutilización.
El Zhuque-3, fabricado en aleación de acero inoxidable y propulsado por motores de metano y oxígeno líquido, estaba previsto para realizar su primer vuelo este mismo mes. Sin embargo, la compañía ha anunciado un aplazamiento indefinido debido a la necesidad de realizar ajustes técnicos adicionales tras las últimas pruebas en tierra. Aunque no se han especificado detalles sobre la causa exacta del retraso, fuentes próximas al proyecto señalan la complejidad de los sistemas de recuperación y aterrizaje vertical, que requieren una integración precisa de software, hardware y sistemas de propulsión.
Este revés, aunque temporal, pone de manifiesto los desafíos inherentes a la carrera global por desarrollar cohetes reutilizables fiables. SpaceX, pionera en este campo, tardó casi una década en perfeccionar la recuperación de sus primeras etapas, mientras que Blue Origin y otras empresas como Rocket Lab y la española PLD Space también están inmersas en procesos similares de validación tecnológica.
Panorama global: la competencia se intensifica
El retraso del Zhuque-3 no es un caso aislado. La industria espacial mundial atraviesa una etapa de intensa competencia y rápida innovación, donde tanto agencias públicas como empresas privadas buscan afianzarse en un mercado cada vez más lucrativo. NASA, tras el éxito de la misión Artemis I y el avance en la exploración de exoplanetas, mantiene su apuesta por la colaboración público-privada y la expansión de la frontera humana más allá de la órbita baja. En Europa, la ESA y compañías emergentes como la española PLD Space avanzan en el desarrollo de microlanzadores y tecnologías propias, mientras que Virgin Galactic sigue perfeccionando sus vuelos suborbitales para turismo espacial.
China, por su parte, ha demostrado que combina la capacidad estatal con la pujanza de su industria privada, aunque el secretismo y la falta de transparencia siguen siendo una constante en sus operaciones. Con cada nuevo satélite y cada cohete experimental, el país asiático muestra su determinación por convertirse en un actor imprescindible en el nuevo tablero espacial del siglo XXI.
La evolución de estos programas, tanto en China como en el resto del mundo, marcará el ritmo de la exploración y explotación del espacio en la próxima década, donde la innovación, la colaboración internacional y la competencia serán factores clave para definir el futuro de la humanidad más allá de nuestro planeta.
(Fuente: SpaceNews)
