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Creciente demanda y reducción de costes impulsan la revolución del mantenimiento satelital

Creciente demanda y reducción de costes impulsan la revolución del mantenimiento satelital

El sector del mantenimiento y servicio de satélites en órbita está experimentando un despegue sin precedentes, motivado por avances tecnológicos, reducción de costes y el ejemplo pionero de empresas como Northrop Grumman. Lo que hace apenas una década parecía una quimera reservada a la ciencia ficción, hoy es una realidad cada vez más tangible y rentable para operadores tanto públicos como privados. La industria espacial internacional, con actores como SpaceX, Blue Origin, NASA, PLD Space y Virgin Galactic, observa con atención cómo la economía del servicio satelital abre nuevas oportunidades para la prolongación de la vida útil de los activos orbitales y la sostenibilidad de las operaciones en el espacio.

La consolidación de este sector no se entiende sin la figura de Northrop Grumman, cuyo programa Mission Extension Vehicle (MEV) ha demostrado que es posible acoplarse a satélites en órbita geoestacionaria y extender su vida útil de manera segura y eficiente. El MEV-1 realizó su primera misión histórica en 2020, acoplándose al satélite Intelsat 901 y devolviéndolo al servicio tras haber agotado su combustible. Este éxito ha marcado un antes y un después, allanando el camino para nuevos actores y modelos de negocio.

Luis Vidal, director de desarrollo comercial de Starfish Space para el sector geoestacionario, reconoce abiertamente la importancia de este precedente: “No hay vergüenza en admitir que estamos siguiendo la estela de Northrop. Han roto el bloqueo del escepticismo y han demostrado que el servicio satelital es viable”. Starfish Space, como otras startups del sector, apuesta por la robotización avanzada y sistemas autónomos para operaciones de acoplamiento y reparación en órbita, confiando en que la demanda seguirá aumentando a medida que más operadores busquen maximizar la rentabilidad de sus satélites.

El contexto de esta revolución tecnológica está marcado por la creciente saturación de las órbitas terrestres, el encarecimiento de los lanzamientos y la presión regulatoria para mitigar la generación de basura espacial. Empresas como SpaceX y Blue Origin han contribuido decisivamente a la reducción de los costes de acceso al espacio, con lanzadores reutilizables y nuevas soluciones logísticas. Sin embargo, el coste de reemplazar o retirar satélites antiguos sigue siendo considerable. En este sentido, la posibilidad de reparar, reabastecer de combustible o reposicionar satélites ya existentes, en lugar de lanzarlos de nuevo, emerge como una alternativa lógica y sostenible.

La NASA también se ha sumado a la tendencia, apostando por el desarrollo de tecnologías de servicio en órbita a través de programas como OSAM (On-orbit Servicing, Assembly, and Manufacturing). El objetivo es no solo mantener satélites, sino avanzar hacia la construcción y ensamblaje de estructuras complejas en el espacio, como futuras estaciones orbitales o telescopios de nueva generación. Estos programas suponen un salto cualitativo respecto a la tradicional mentalidad de “lanzar y olvidar”, propia de las primeras décadas de la era espacial.

En Europa, PLD Space representa la punta de lanza de la nueva industria espacial española. Aunque su enfoque principal está en el lanzamiento de pequeños satélites mediante cohetes reutilizables como el Miura 1 y el futuro Miura 5, la empresa no descarta sumarse en el futuro a la ola de servicios orbitales, especialmente en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), que ha mostrado interés en el desarrollo de tecnologías de servicio y retirada de satélites.

Por su parte, Virgin Galactic, aunque centrada en el turismo suborbital, ha iniciado estudios para aplicar sus tecnologías a misiones de mantenimiento rápido de satélites en órbitas bajas, aprovechando la flexibilidad de sus sistemas de lanzamiento aéreo.

El auge de los servicios satelitales tiene implicaciones directas en el estudio y observación de exoplanetas, ya que los telescopios espaciales dependen de una óptima operatividad para mantener su precisión y sensibilidad. El mantenimiento en órbita podría permitir, en un futuro próximo, actualizar instrumentos científicos sin necesidad de costosas misiones de reemplazo, extendiendo la vida útil de misiones clave como el telescopio James Webb o sus futuros sucesores.

La colaboración entre agencias públicas y empresas privadas está resultando fundamental para el despegue de este sector. El ejemplo de Northrop Grumman ha servido de catalizador, pero la verdadera revolución vendrá de la mano de la automatización, la inteligencia artificial y la miniaturización de los sistemas de acoplamiento y reparación. Los expertos coinciden en que, en pocos años, será habitual ver pequeños robots reparando paneles solares, sustituyendo componentes o reabasteciendo de combustible a satélites de todo tipo.

En definitiva, el servicio y mantenimiento de satélites marca el inicio de una nueva era en la exploración y explotación del espacio, donde la sostenibilidad, la eficiencia y la innovación técnica serán los pilares del crecimiento. El futuro de la industria espacial, tanto para la observación terrestre como para la exploración de exoplanetas, depende cada vez más de la capacidad de prolongar la vida útil y optimizar los recursos en órbita.

(Fuente: SpaceNews)