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Creciente saturación orbital amenaza el futuro de telescopios espaciales emblemáticos

Creciente saturación orbital amenaza el futuro de telescopios espaciales emblemáticos

La comunidad científica espacial ha lanzado una voz de alarma ante el aumento exponencial de satélites en órbita baja, una situación que podría comprometer gravemente la operatividad y los descubrimientos de observatorios espaciales de referencia, como el legendario telescopio Hubble. Investigadores del Centro de Investigación Ames de la NASA han publicado un informe detallado en el que advierten sobre las repercusiones de la congestión orbital, tanto en el presente como en el futuro inmediato, poniendo en jaque la continuidad de los grandes logros astronómicos de las últimas décadas.

La preocupación principal radica en la proliferación de megaconstelaciones de satélites, impulsadas por el auge de empresas privadas como SpaceX y Blue Origin, pero también por proyectos de agencias estatales y consorcios internacionales. SpaceX, por ejemplo, ya ha lanzado más de 5.000 satélites Starlink y planea alcanzar cifras superiores a 40.000 en los próximos años para dar cobertura global de internet. Blue Origin, por su parte, prepara su propia constelación, Kuiper, con miles de satélites adicionales. La tendencia no muestra signos de desaceleración, y cada nueva remesa aumenta el riesgo de colisiones y fragmentación, generando cantidades ingentes de basura espacial.

Este panorama supone un desafío sin precedentes para los telescopios en órbita, entre ellos el Hubble, que desde su despliegue en 1990 ha revolucionado nuestro conocimiento del Universo. El Hubble, posicionado a unos 540 kilómetros de altura, comparte vecindad orbital con la mayoría de satélites comerciales recientes, lo que incrementa la posibilidad de encuentros peligrosos. Ya se han registrado varios «eventos de conjunción», es decir, acercamientos significativos con otros objetos, que han obligado a los operadores a realizar maniobras evasivas, consumiendo combustible y acortando la vida útil del observatorio.

El informe de la NASA subraya que los riesgos no se limitan al Hubble. El telescopio espacial James Webb, situado en el punto de Lagrange L2 a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, está menos expuesto a los satélites, pero los futuros observatorios planificados para la órbita baja —como el Roman Space Telescope— podrían enfrentarse a un entorno mucho más hostil y saturado. Además, telescopios dedicados a la búsqueda de exoplanetas y misiones de observación terrestre, como los Sentinel de la ESA, también se verán afectados por el aumento de interferencias ópticas y de radio, así como por el peligro de impactos directos con fragmentos de basura espacial.

El peligro no es solo físico. La contaminación lumínica y el reflejo del Sol en las superficies de los satélites afectan cada vez más a las observaciones astronómicas. Estudios recientes demuestran que las imágenes captadas por telescopios terrestres y espaciales presentan un número creciente de trazas brillantes causadas por satélites pasando por el campo de visión. Este fenómeno complica la identificación de objetos celestes débiles, dificulta la búsqueda de exoplanetas y puede dar lugar a falsos positivos en la detección de asteroides potencialmente peligrosos.

Ante este escenario, la NASA y otras agencias, como la Agencia Espacial Europea (ESA) y la japonesa JAXA, han comenzado a desarrollar protocolos de seguimiento y evasión más sofisticados. Sin embargo, la capacidad de maniobra de estos observatorios es limitada y sus recursos, finitos. Algunas empresas, como Starlink, han realizado experimentos con recubrimientos menos reflectantes y han colaborado en el desarrollo de modelos predictivos para minimizar el impacto sobre la astronomía, pero la comunidad científica considera que estas medidas son aún insuficientes.

La situación también ha impulsado a nuevas compañías del sector, como la española PLD Space, a considerar la sostenibilidad orbital en sus futuros lanzamientos. PLD Space, pionera en lanzamientos suborbitales y con planes para su microlanzador MIURA 5, ha expresado su compromiso de minimizar la generación de residuos y colaborar en la retirada activa de satélites obsoletos.

El auge del turismo espacial, liderado por empresas como Virgin Galactic, añade otra capa de complejidad. Los vuelos suborbitales y las futuras estaciones privadas de baja órbita, como las propuestas por Axiom Space, incrementarán la densidad de tráfico y exigirán una coordinación internacional más estricta.

El informe de la NASA concluye que, si no se toman medidas urgentes a nivel global, el crecimiento descontrolado de satélites podría comprometer tanto la seguridad de los observatorios existentes como la viabilidad de futuras misiones de exploración y descubrimiento. La cooperación entre agencias públicas y empresas privadas, la adopción de normativas internacionales y el desarrollo de nuevas tecnologías de mitigación de residuos espaciales serán claves para garantizar que la humanidad siga desvelando los secretos del cosmos sin que el cielo se convierta en un vertedero intransitable.

La sostenibilidad del espacio, advierten los expertos, es ya un reto tan crucial como la exploración misma, y el tiempo para actuar se agota rápidamente. (Fuente: Spaceflight Now)