El enigma de Urano y Neptuno: nuevos estudios apuntan a una composición rocosa inesperada

Durante décadas, la imagen del Sistema Solar ha estado dominada por una clasificación aparentemente sencilla: los cuatro planetas interiores (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) son mundos rocosos; Júpiter y Saturno, gigantes gaseosos; y Urano y Neptuno, tradicionalmente catalogados como «gigantes de hielo», estarían compuestos principalmente por agua, amoníaco y metano en forma sólida o líquida. Sin embargo, recientes investigaciones lideradas por la Universidad de Zúrich están desafiando estas ideas preconcebidas al apuntar que los dos planetas más alejados del Sol podrían contener mucho más material rocoso de lo que se asumía hasta ahora.
Un cambio de paradigma en la composición planetaria
El estudio, realizado por un equipo de astrofísicos de la Universidad de Zúrich, ha analizado los datos obtenidos por sondas espaciales y observaciones telescópicas, recurriendo también a complejos modelos informáticos de evolución planetaria. Sus resultados sugieren que Urano y Neptuno pueden tener estructuras internas compatibles tanto con una composición rica en hielos como, sorprendentemente, con una abundancia significativa de roca. Esta hipótesis reabre el debate sobre el origen y la evolución de estos remotos planetas, tradicionalmente considerados hermanos gemelos en cuanto a su constitución.
Hasta ahora, la categorización de Urano y Neptuno como gigantes de hielo se debía principalmente a su menor masa respecto a Júpiter y Saturno, así como a su menor proporción de hidrógeno y helio en la atmósfera. Los modelos clásicos asumen que, bajo sus gruesas atmósferas, existe un manto compuesto principalmente de agua, metano y amoníaco en estado supercrítico, cubriendo un núcleo rocoso relativamente pequeño. Sin embargo, el nuevo trabajo propone que una fracción mucho mayor de su masa podría estar formada por silicatos y óxidos, lo que incrementaría considerablemente su componente rocoso.
Repercusiones para la ciencia planetaria y la búsqueda de exoplanetas
Este giro en la comprensión de Urano y Neptuno tiene implicaciones de gran alcance, no solo para el conocimiento de nuestro propio sistema solar, sino también para el estudio de los exoplanetas. Desde el descubrimiento de los primeros planetas fuera del sistema solar, muchos de ellos han sido clasificados como «Neptunos calientes» o «subneptunos», es decir, mundos de tamaño y masa similares a los de Urano y Neptuno. Si estos planetas poseen una mayor fracción rocosa de lo que se pensaba, habría que revisar los modelos de formación planetaria y reevaluar la frecuencia de mundos con superficies sólidas o subsuperficies potencialmente habitables.
Además, la posibilidad de que Urano y Neptuno sean más rocosos también influye en la interpretación de su campo magnético, la dinámica de sus atmósferas y la existencia, o no, de océanos internos de agua líquida. Todo ello afecta a la planificación de futuras misiones espaciales, como la propuesta de la NASA para enviar una sonda dedicada a Urano en la próxima década.
El auge de la exploración planetaria: de SpaceX a PLD Space
En paralelo, el interés por comprender los planetas gigantes y su formación ha crecido de la mano de los avances en tecnología espacial. SpaceX, por ejemplo, continúa desarrollando su nave Starship con miras a misiones interplanetarias de largo alcance. Mientras tanto, la NASA persiste en su estudio de Júpiter y sus lunas a través de la misión Juno y la futura Europa Clipper, que buscará indicios de vida en el subsuelo de Europa, una luna helada que podría tener similitudes con los mantos de Urano y Neptuno.
Por otra parte, en Europa, la española PLD Space se ha consolidado como un referente en el desarrollo de lanzadores reutilizables de pequeño tamaño, vitales para poner en órbita satélites de observación y tecnología que contribuyan a la investigación planetaria. Este auge de empresas privadas, sumado a la actividad de gigantes como Blue Origin y Virgin Galactic, está democratizando el acceso al espacio y abriendo nuevas oportunidades para el estudio tanto del sistema solar como de mundos lejanos.
El papel de las agencias espaciales en la nueva era de la exploración
La Agencia Espacial Europea (ESA) también está siguiendo de cerca estos descubrimientos, integrando los nuevos datos en sus modelos de formación planetaria y planificando futuras misiones de exploración profunda. El Telescopio Espacial James Webb de la NASA, en colaboración con la ESA, ya ha comenzado a recabar datos espectroscópicos sobre las atmósferas de Urano y Neptuno, lo que podría arrojar más luz sobre su verdadera composición interna.
En definitiva, el debate sobre la naturaleza de los gigantes exteriores está lejos de cerrarse. Los recientes hallazgos de la Universidad de Zúrich suponen un importante avance en la comprensión de los procesos que dieron forma a los planetas y, por extensión, a la diversidad de mundos que pueblan nuestra galaxia. A medida que la exploración y la tecnología avanzan, la imagen que tenemos de nuestro sistema solar sigue evolucionando, abriendo la puerta a nuevos y fascinantes misterios.
(Fuente: SpaceDaily)
