El regreso de la misión tripulada china Shenzhou-20 se retrasa por posible impacto de basura espacial

El programa espacial tripulado de China ha dado un paso inusual al posponer el regreso de la nave Shenzhou-20, que debía traer de vuelta a la Tierra a tres astronautas de la estación espacial Tiangong. La causa: un posible impacto con basura espacial, una amenaza creciente para las misiones en la órbita baja terrestre.
La nave Shenzhou-20, lanzada en marzo de 2024, transportó a la tripulación de relevo a la estación espacial modular Tiangong, el ambicioso laboratorio orbital chino que opera en órbita desde 2021. Los tres taikonautas han pasado varios meses realizando experimentos científicos y tareas de mantenimiento, siguiendo el ejemplo de las misiones de larga duración en la Estación Espacial Internacional (ISS) gestionada por la NASA y otras agencias internacionales.
El papel de la basura espacial en la seguridad orbital
La decisión de retrasar el regreso de la Shenzhou-20 subraya la creciente preocupación de la comunidad espacial mundial por el peligro que representa la basura espacial. Los objetos descontrolados, desde restos de cohetes hasta fragmentos de satélites, pueden viajar a velocidades superiores a 27.000 kilómetros por hora, convirtiendo incluso la colisión con un pequeño tornillo en una amenaza letal para naves y astronautas.
El incidente aún no ha sido detallado oficialmente por la Administración Espacial Nacional China (CNSA), pero fuentes cercanas al programa han indicado que la nave pudo haber sufrido un roce o impacto menor con un fragmento de basura orbital. Por precaución, los responsables han decidido analizar a fondo la integridad de la nave antes de dar luz verde al desacoplamiento y reingreso a la atmósfera terrestre.
China y la gestión de riesgos en el espacio
China se ha sumado en la última década al reducido grupo de potencias capaces de enviar humanos al espacio, tras la Unión Soviética/Rusia y Estados Unidos. Desde el primer vuelo tripulado en 2003, el programa Shenzhou ha ido creciendo en complejidad y ambición, culminando en la actual estación Tiangong. Esta estación, construida y habitada exclusivamente por China, representa un avance tecnológico notable, con módulos científicos, sistemas avanzados de soporte vital y una agenda de experimentos que abarca desde la medicina espacial hasta la física de fluidos.
El procedimiento de reingreso es uno de los momentos más críticos de cualquier misión espacial. Antes de autorizar la reentrada, los ingenieros revisan exhaustivamente todos los sistemas de la cápsula, desde el escudo térmico hasta los sistemas de propulsión y comunicación. Un daño no detectado podría poner en riesgo la vida de la tripulación, como demuestran los históricos accidentes del Soyuz 11 (1971) y el transbordador Columbia (2003).
La preocupación por la basura espacial no es exclusiva de China. NASA, ESA, Roscosmos y agencias privadas como SpaceX y Blue Origin han implementado protocolos adicionales para evitar colisiones. En el caso de SpaceX, la empresa de Elon Musk ha dotado a sus cápsulas Dragon y naves Starship de sistemas de maniobra capaces de esquivar objetos detectados a tiempo. La NASA, por su parte, ha realizado maniobras de evasión en la ISS en varias ocasiones, y la ESA lidera proyectos para la retirada activa de basura orbital.
El contexto internacional: cooperación y competencia
El incidente de la Shenzhou-20 se produce en un contexto de intensa actividad espacial global. Mientras China avanza con su propio laboratorio orbital, la NASA y sus socios internacionales preparan el relevo de la ISS y persiguen objetivos más ambiciosos, como la vuelta a la Luna con el programa Artemis. SpaceX, en paralelo, continúa revolucionando el acceso al espacio con lanzamientos frecuentes y el desarrollo de la Starship, un sistema de transporte interplanetario reutilizable. Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos, también avanza en su cohete New Glenn y participa en el desarrollo de módulos lunares para Artemis.
En Europa, la empresa española PLD Space logró en 2023 el lanzamiento del Miura 1, convirtiéndose en pionera en la nueva ola de lanzadores comerciales de pequeño tamaño. Virgin Galactic, por su parte, ya realiza vuelos turísticos suborbitales de forma regular, abriendo el acceso al espacio a ciudadanos privados. Además, el Telescopio Espacial James Webb, fruto de la colaboración entre NASA, ESA y CSA, sigue detectando exoplanetas y analizando atmósferas de mundos lejanos, mientras misiones como la europea Ariel y la china Earth 2.0 prometen ampliar aún más nuestro conocimiento del cosmos.
El futuro de la seguridad espacial
La demora en el regreso de la Shenzhou-20 recuerda que la seguridad en el espacio depende cada vez más de la cooperación internacional y de avances tecnológicos en la monitorización y limpieza de basura orbital. Las agencias espaciales y las empresas privadas tendrán que redoblar esfuerzos para proteger tanto a las tripulaciones como a las infraestructuras en órbita, en un entorno cada vez más concurrido y peligroso.
El regreso seguro de los astronautas chinos será observado con atención por toda la comunidad aeroespacial, pues cada misión exitosa es un paso más hacia la consolidación de la presencia humana en el espacio.
(Fuente: SpaceNews)
