Las entrañas de una cueva de Nevada revelan 580.000 años de cambios climáticos en el suroeste de EE. UU.

Un equipo internacional de científicos ha desvelado el complejo pasado climático del árido suroeste de Estados Unidos gracias al análisis de un depósito de calcita hallado en el interior de una cueva del sur de Nevada. El estudio, publicado recientemente en la revista Nature Communications, demuestra que esta región experimentó notables oscilaciones de temperatura y precipitaciones a lo largo de los últimos 580.000 años, aportando una perspectiva inédita sobre la evolución hidroclimática de la zona y su posible futuro.
La investigación fue liderada por la profesora Kathleen Wendt, quien subraya la importancia de estos resultados para comprender las respuestas del clima regional a los grandes ciclos naturales, como las edades de hielo, y a los cambios ambientales inducidos por la actividad humana. El suroeste estadounidense, caracterizado hoy por su clima seco y caluroso, no siempre fue así. Los registros geoquímicos del depósito de calcita —conocido técnicamente como espeleotema— revelan periodos alternantes de humedad y aridez mucho más acusados que los observados en los últimos siglos.
Los espeleotemas, que incluyen estalactitas y estalagmitas, se forman por la lenta precipitación del carbonato cálcico a partir del agua que se filtra en las cuevas. Este proceso atrapa minuciosos rastros químicos que dependen de las condiciones atmosféricas y del ciclo del agua en la superficie. Analizando la composición isotópica del oxígeno y el uranio en las capas del espeleotema, los investigadores han podido elaborar una detallada cronología de los vaivenes climáticos de la región durante más de medio millón de años.
El estudio confirma que los periodos glaciares —cuando grandes masas de hielo cubrían extensas áreas del hemisferio norte— coincidieron con condiciones más húmedas en Nevada y el suroeste, favoreciendo la formación de lagos y ecosistemas hoy desaparecidos. Por el contrario, los intervalos interglaciares, como el actual Holoceno, se asociaron a climas mucho más secos y temperaturas elevadas. Este patrón sugiere que el suroeste de EE. UU. es especialmente sensible a los cambios en la circulación atmosférica global y a las variaciones de insolación debidas a los ciclos orbitales terrestres.
Estos hallazgos tienen implicaciones relevantes para el presente y el futuro de una región que depende críticamente de sus reservas hídricas, especialmente ante el aumento de sequías extremas y olas de calor derivadas del cambio climático antropogénico. «Conocer cómo ha fluctuado el régimen de precipitaciones y temperaturas en el pasado nos ayuda a prever mejor la respuesta de la región ante escenarios futuros», afirma Wendt. Además, este tipo de estudios permiten refinar los modelos climáticos globales incluyendo variables locales y datos empíricos de larga duración.
En el contexto de las ciencias planetarias, la metodología empleada en este trabajo podría aplicarse en misiones de exploración a otros planetas y lunas del sistema solar. Por ejemplo, la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) desarrollan actualmente instrumentos para analizar la geoquímica de sedimentos y minerales en Marte y Encélado, con el objetivo de reconstruir la historia acuática y climática de estos mundos. El reciente éxito de misiones como Perseverance de la NASA, que explora el cráter Jezero en busca de rastros de antiguos lagos marcianos, o las ambiciones del rover Rosalind Franklin de la ESA, demuestran el interés en técnicas similares a las usadas en la cueva de Nevada.
El auge de la exploración espacial privada también se hace notar en estos avances. SpaceX, liderada por Elon Musk, y Blue Origin, fundada por Jeff Bezos, han puesto el foco en la habitabilidad y los recursos hídricos de la Luna y Marte, considerando la futura explotación de hielo y minerales para sostener bases humanas. Mientras tanto, compañías europeas como PLD Space trabajan en el desarrollo de lanzadores reutilizables que podrían abaratar las misiones científicas a cuerpos del sistema solar donde la geoquímica y la búsqueda de agua congelada son prioritarias.
Por otro lado, la caracterización de exoplanetas por telescopios como el James Webb de la NASA y la ESA, así como los futuros satélites de la Agencia Espacial China, requiere modelar climas extremos en mundos lejanos, para lo cual los registros terrestres de larga duración se convierten en una referencia invaluable. Comprender cómo los planetas pierden o retienen su agua a lo largo de millones de años es esencial para evaluar su potencial habitabilidad.
En definitiva, el estudio del espeleotema de Nevada no solo aporta claves para la gestión del agua en el suroeste estadounidense, sino que también enriquece el conocimiento interdisciplinar necesario para afrontar los retos del cambio climático terrestre y la exploración de otros mundos. Así, la historia escrita en piedra bajo tierra se convierte en una hoja de ruta tanto para la supervivencia en la Tierra como para la búsqueda de vida más allá de nuestro planeta.
(Fuente: SpaceDaily)
