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Las fronteras en el espacio dejan de tener sentido: la cooperación militar y civil es clave para la supervivencia

Las fronteras en el espacio dejan de tener sentido: la cooperación militar y civil es clave para la supervivencia

En los últimos años, la carrera espacial ha experimentado una profunda transformación, marcada por el auge de actores privados y la intensificación del interés militar en el dominio orbital. Lejos de ser un terreno exclusivo de las grandes agencias nacionales como la NASA o la ESA, el espacio se ha convertido en un entorno estratégico donde convergen intereses comerciales, científicos y de seguridad. En este contexto, los antiguos debates sobre competencias y territorios entre ramas militares o entre organismos civiles y castrenses han perdido relevancia frente a la urgente necesidad de colaboración y adaptación. La apuesta por formar a soldados en capacidades espaciales no responde a una duplicidad de esfuerzos, sino a una cuestión de supervivencia en un escenario cada vez más complejo y disputado.

El ejército estadounidense, tradicionalmente enfocado en operaciones terrestres, aéreas y navales, ha intensificado en los últimos años la formación de personal especializado en operaciones espaciales. Esta tendencia se refleja en la creación en 2019 de la Fuerza Espacial de Estados Unidos (US Space Force), que marca un hito en la integración del espacio como dominio operativo autónomo. Sin embargo, otras ramas como el Ejército de Tierra continúan desarrollando programas propios para dotar a sus efectivos de competencias espaciales, conscientes de que la dependencia de activos en órbita —como sistemas de posicionamiento global (GPS), comunicaciones seguras y monitorización de amenazas— es cada vez más crítica para el éxito de las misiones modernas.

La percepción de que esta formación supone una duplicidad de funciones está siendo superada por la realidad operativa: la interoperabilidad y la comprensión profunda del entorno espacial son elementos vitales para la defensa y la seguridad nacional. Según expertos del sector, la formación cruzada permite a los soldados comprender mejor las vulnerabilidades y fortalezas de los sistemas espaciales, anticipar amenazas emergentes como los ataques cibernéticos o la guerra electrónica, y actuar de forma coordinada en situaciones de crisis.

Este cambio de paradigma no es exclusivo de Estados Unidos. En Europa, la Agencia Espacial Europea (ESA) y organismos nacionales como el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) en España han intensificado la colaboración con los ministerios de Defensa, conscientes de que la seguridad de las infraestructuras espaciales es un asunto de interés estratégico. Países como Francia y Alemania también han creado mandos espaciales militares para asegurar la protección de sus intereses en órbita, en un contexto marcado por el incremento de pruebas antisatélite y la proliferación de satélites de vigilancia.

Paralelamente, el auge de empresas privadas como SpaceX, Blue Origin o Virgin Galactic ha revolucionado el acceso al espacio, democratizando el lanzamiento de satélites y abriendo nuevas perspectivas para la exploración y la economía espacial. SpaceX, en particular, ha demostrado la viabilidad de reutilizar cohetes, reduciendo drásticamente los costes y permitiendo una cadencia de lanzamientos sin precedentes. Su colaboración con la NASA para el envío de astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS) ha marcado un antes y un después, y la compañía de Elon Musk sigue trabajando en el desarrollo de Starship, un sistema de lanzamiento totalmente reutilizable que aspira a llevar humanos a la Luna y Marte.

Blue Origin, por su parte, ha reforzado su posición como actor relevante con contratos tanto civiles como militares, y continúa avanzando en el desarrollo de su cohete New Glenn y de tecnologías de aterrizaje lunar para el programa Artemis de la NASA. Virgin Galactic, centrada en el turismo suborbital, ha logrado consolidar un nicho de mercado y demostrar la viabilidad comercial de los vuelos espaciales tripulados.

En el ámbito de los descubrimientos científicos, misiones como TESS y James Webb de la NASA han permitido identificar y caracterizar exoplanetas cada vez más parecidos a la Tierra, ampliando el conocimiento sobre la posibilidad de vida fuera del Sistema Solar. La cooperación internacional en misiones robóticas y tripuladas a la Luna y Marte —impulsada tanto por organismos públicos como por consorcios privados— subraya la importancia de sumar capacidades y evitar la fragmentación de esfuerzos en un entorno tan hostil y exigente como el espacio.

En España, la empresa PLD Space se consolida como pionera en el desarrollo de lanzadores reutilizables con el cohete Miura 1, habiendo realizado en 2023 su primer vuelo suborbital con éxito. El proyecto supone un hito para la industria espacial nacional y abre nuevas oportunidades para misiones científicas y comerciales desde territorio europeo.

En definitiva, el espacio se ha convertido en un dominio esencial para la defensa, la ciencia y la economía global. La formación de soldados como profesionales espaciales, lejos de suponer una redundancia, responde a la necesidad de adaptarse a amenazas y oportunidades que trascienden las fronteras tradicionales. La cooperación entre agencias, empresas y fuerzas armadas, así como la formación multidisciplinar, son claves para garantizar la supervivencia y el éxito en la nueva era espacial.

(Fuente: SpaceNews)