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LZ-1 despide su última Falcon: SpaceX cede la histórica plataforma de aterrizaje

LZ-1 despide su última Falcon: SpaceX cede la histórica plataforma de aterrizaje

El emblemático complejo LZ-1, que durante años ha sido testigo de los espectaculares aterrizajes de los propulsores Falcon 9 y Falcon Heavy en Cabo Cañaveral, ha recibido su último cohete de SpaceX. La compañía de Elon Musk ha realizado la definitiva maniobra de “Return to Launch Site” (RTLS) en la plataforma, marcando el fin de una era para uno de los hitos más reconocibles de la reutilización espacial moderna. El futuro del recinto queda ahora en manos de nuevas iniciativas, tras la cesión formal de las instalaciones por parte de la empresa aeroespacial.

LZ-1 (Landing Zone 1) se ha convertido, desde el primer aterrizaje exitoso en diciembre de 2015, en sinónimo de innovación y dominio técnico. Aquella maniobra pionera, en la que el Falcon 9 regresó verticalmente a tierra firme tras lanzar un satélite, demostró al mundo la viabilidad de los cohetes reutilizables. Desde entonces, la plataforma ha recibido a decenas de primeras etapas Falcon, tanto de la versión 9 como de la más potente Falcon Heavy, en un espectáculo que ha cautivado a aficionados y expertos de la astronáutica.

El sistema RTLS, que permite a los propulsores volver a un punto cercano al lugar de lanzamiento, supuso un desafío técnico de primer orden. El Falcon 9 debe realizar una serie de encendidos precisos de sus motores Merlin para frenar, orientar y aterrizar con total seguridad. El éxito de estos aterrizajes ha sido clave para reducir los costes de acceso al espacio y acelerar el ritmo de lanzamientos de SpaceX, que ha superado ya el centenar anual de misiones.

No obstante, no todos los lanzamientos pueden aprovechar el RTLS. Cuando la carga es especialmente pesada o debe llegar a órbitas energéticamente exigentes, los propulsores aterrizan en plataformas marítimas como las famosas “droneships” autónomas de la compañía, desplegadas en el Atlántico. Aun así, las maniobras en LZ-1 siempre han tenido un aura especial, tanto por su proximidad al público como por la espectacularidad de las imágenes: columnas de fuego, vibraciones en tierra y la silueta del cohete recortándose contra el horizonte de Florida.

La decisión de SpaceX de abandonar LZ-1 responde a la evolución de sus necesidades logísticas y operativas. La empresa está centrando cada vez más sus recursos en la Starbase de Boca Chica (Texas), donde se desarrolla el colosal sistema Starship, llamado a sustituir en el futuro a los Falcon. Además, el incremento del ritmo de lanzamientos y la preferencia por aterrizajes en el mar han hecho que el uso de LZ-1 sea menos frecuente en los últimos años.

El legado de LZ-1 es, sin embargo, indiscutible. Ha sido escenario de momentos históricos, como la recuperación simultánea de dos propulsores Falcon Heavy o las misiones comerciales y gubernamentales que han hecho de SpaceX un socio indispensable para NASA y clientes de todo el mundo. El complejo, situado en la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral, también ha servido como referencia para otras empresas que persiguen la reutilización, como Blue Origin o la española PLD Space, que recientemente ha logrado el primer lanzamiento exitoso de su cohete MIURA 1.

El futuro de LZ-1 queda ahora en el aire, a la espera de que la administración militar y otros actores definan su nuevo papel. En un contexto de creciente actividad espacial, con la irrupción de compañías privadas y el auge de nuevos lanzadores, no se descarta que la plataforma acoja en el futuro proyectos de recuperación, pruebas tecnológicas o incluso nuevos cohetes reutilizables.

Mientras tanto, la industria espacial sigue evolucionando a un ritmo frenético. SpaceX avanza con su programa Starship, que promete multiplicar la capacidad de carga y la reutilización total, mientras Blue Origin prepara el debut orbital del New Glenn y la NASA ultima el retorno tripulado a la Luna con el Artemis. Por su parte, empresas como Virgin Galactic exploran el turismo suborbital y los exoplanetas siguen captando la atención de la comunidad científica internacional.

La despedida de LZ-1 como escenario de los aterrizajes Falcon simboliza el cierre de una etapa pionera y el inicio de nuevos retos aún más ambiciosos. El eco de sus motores y la estampa de los cohetes regresando a casa permanecerán como legado de una revolución tecnológica que ha cambiado para siempre la forma en que la humanidad explora el espacio.

(Fuente: NASASpaceflight)