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SpaceX podría realizar pruebas estáticas de Starship en la propia rampa tras el cierre temporal de Masseys

SpaceX podría realizar pruebas estáticas de Starship en la propia rampa tras el cierre temporal de Masseys

El desarrollo del sistema Starship de SpaceX continúa enfrentándose a desafíos logísticos y técnicos en Boca Chica, Texas, donde la compañía de Elon Musk concentra sus esfuerzos para hacer realidad los vuelos orbitales totalmente reutilizables. En las últimas semanas, el banco de pruebas estáticas y la zanja de deflagración del complejo Masseys, tradicionalmente utilizados para comprobar motores y prototipos de la nave Starship y su propulsor Super Heavy, han quedado fuera de servicio debido a trabajos de mantenimiento y mejoras tras detectar daños estructurales en la infraestructura. Esta situación obliga a SpaceX a reconsiderar su estrategia de ensayos y podría llevar a la empresa a realizar pruebas estáticas directamente en la propia rampa de lanzamiento, una maniobra que no se lleva a cabo de manera habitual por los riesgos e implicaciones operativas que supone.

La prueba estática, o «static fire», es una fase crucial en el ciclo de desarrollo y validación de cualquier lanzador espacial. Consiste en sujetar la nave o el cohete al suelo y encender brevemente sus motores para verificar su funcionamiento, analizar vibraciones y validar parámetros estructurales y de propulsión. Normalmente, esta operación se realiza lejos de la plataforma de lanzamiento para minimizar riesgos de daños a infraestructuras críticas y permitir una rápida resolución de posibles incidencias. En el caso de SpaceX, el banco de pruebas de Masseys ha sido un recurso fundamental para estos procedimientos, permitiendo a los ingenieros identificar y corregir problemas antes de trasladar los vehículos a la zona de vuelo.

No obstante, tras los repetidos lanzamientos de prototipos y los exigentes ensayos de ignición múltiple, la infraestructura de Masseys ha sufrido un desgaste significativo. Las recientes inspecciones han revelado daños en la zanja de deflagración, una estructura esencial para canalizar y disipar los gases y las fuerzas generadas por los motores Raptor de Starship, que pueden alcanzar más de 200 toneladas de empuje cada uno. Ante la imposibilidad de utilizar estas instalaciones mientras se llevan a cabo las reparaciones y mejoras, SpaceX se enfrenta a la disyuntiva de pausar temporalmente el flujo de pruebas o buscar alternativas inmediatas.

La opción que gana peso es la de efectuar las pruebas estáticas en la propia rampa de lanzamiento orbital, una práctica que SpaceX ya ha empleado en los inicios del programa Starship, aunque con prototipos menos avanzados y una menor cantidad de motores. Esta maniobra implica asumir ciertos riesgos, ya que cualquier fallo durante la prueba podría comprometer la integridad de la plataforma, los sistemas de soporte en tierra y retrasar futuras campañas de lanzamiento. Sin embargo, la necesidad de mantener el calendario de desarrollo y la presión por lograr rápidamente la certificación para vuelos orbitales, especialmente ante la competencia de Blue Origin y el interés de la NASA en el programa Artemis, pueden forzar a SpaceX a aceptar estos riesgos calculados.

Desde el punto de vista técnico, realizar una prueba estática en la rampa requiere extremar las medidas de seguridad y coordinar a la perfección los sistemas de protección térmica y de mitigación de daños. Las instalaciones de Boca Chica han sido objeto de múltiples mejoras tras los primeros lanzamientos, implementando deflectores de llamas, sistemas de agua a alta presión y barreras de refuerzo para hacer frente a las intensas fuerzas que generan los motores Raptor. Aun así, cada prueba es una oportunidad para identificar puntos débiles y adaptar la infraestructura de cara a futuros lanzamientos regulares.

Este revés logístico se produce en un momento clave para SpaceX, que tiene como objetivo realizar múltiples vuelos orbitales de Starship a lo largo de 2024. La nave, llamada a revolucionar el acceso al espacio con su diseño totalmente reutilizable y su enorme capacidad de carga, es pieza central en los planes de colonización lunar y marciana, así como en la estrategia comercial de la compañía para transportar satélites y misiones de carga pesada. De hecho, la NASA cuenta con una versión adaptada de Starship para su programa Artemis, que planea llevar astronautas a la superficie lunar en los próximos años, y la presión por cumplir los plazos es máxima.

Mientras tanto, otras compañías del sector aeroespacial siguen avanzando con sus propios desarrollos. Blue Origin, el principal competidor estadounidense de SpaceX, está ultimando los ensayos de su cohete New Glenn, mientras que la española PLD Space prepara nuevos lanzamientos de su Miura 1 y avanza en el desarrollo del Miura 5, su primer vector orbital. Virgin Galactic, por su parte, continúa con su programa de vuelos suborbitales tripulados con la nave VSS Unity, y la comunidad científica celebra el descubrimiento de nuevos exoplanetas gracias a telescopios de la NASA y de agencias europeas.

La decisión de SpaceX de trasladar las pruebas estáticas a la rampa de lanzamiento subraya la naturaleza pionera y arriesgada de la exploración espacial, donde la innovación a menudo implica gestionar imprevistos y adaptar la estrategia sobre la marcha. Si la compañía logra superar este obstáculo sin mayores contratiempos, reforzará su posición como líder en la nueva era de la carrera espacial, sentando las bases para una cadencia de lanzamientos sin precedentes en la historia de la astronáutica.

(Fuente: NASASpaceflight)