Starship de SpaceX alcanza el espacio pero sufre fallos críticos en su noveno vuelo de prueba

El 27 de mayo de 2025, SpaceX llevó a cabo el noveno vuelo de prueba del sistema Starship-Super Heavy, un lanzamiento que, pese a superar algunos hitos anteriores, volvió a poner de manifiesto los desafíos técnicos a los que se enfrenta la compañía de Elon Musk en su ambicioso proyecto para conquistar el espacio profundo. La misión, protagonizada por el prototipo Ship 35, logró alcanzar el espacio tras una ascensión exitosa, pero se vio lastrada por problemas de fugas de combustible y una pérdida de control en condiciones de microgravedad, lo que impidió completar la mayoría de los objetivos previstos para esta prueba.
El sistema Starship, compuesto por el propulsor Super Heavy y la nave Starship propiamente dicha, representa el mayor y más potente cohete jamás construido, con una altura de casi 120 metros y una capacidad de carga sin precedentes. Desde sus primeras pruebas en 2020, el desarrollo de Starship ha estado marcado por una combinación de espectaculares avances y fallos igualmente llamativos, en una estrategia de desarrollo iterativo que ha caracterizado la filosofía de SpaceX: aprender rápidamente a partir de errores reales.
En esta ocasión, el despegue desde la base de Boca Chica, en Texas, transcurrió sin incidentes significativos, demostrando una vez más la fiabilidad creciente del propulsor Super Heavy, que utiliza 33 motores Raptor alimentados por metano y oxígeno líquidos. Tras completar la separación de etapas, Starship Ship 35 continuó su ascenso, alcanzando la órbita suborbital prevista. Sin embargo, poco después, los sistemas de telemetría comenzaron a registrar una anomalía en el flujo de combustible, señalando una fuga en uno de los tanques principales.
El fallo en la contención del combustible no solo afectó a la propulsión, sino que también comprometió los sistemas de control de actitud de la nave, esenciales para mantener la orientación y estabilidad durante la fase orbital. Como resultado, Starship empezó a girar de forma descontrolada, lo que obligó a los ingenieros de SpaceX a abortar la mayor parte de los experimentos planificados para la misión, incluidos los ensayos de reentrada y aterrizaje, que son cruciales para validar la capacidad de reutilización total del sistema.
Este nuevo revés se suma a una secuencia de vuelos de prueba llenos de altibajos para SpaceX. Si bien las misiones séptima y octava lograron avances en el control de la reentrada y la recuperación parcial del propulsor, aún persisten problemas relacionados con la gestión criogénica de los propelentes y la integridad estructural en condiciones extremas. No obstante, SpaceX ha demostrado una notable capacidad para solventar fallos mediante rápidas iteraciones, una política que contrasta con los métodos más conservadores empleados por agencias tradicionales como la NASA o la Agencia Espacial Europea (ESA).
En el contexto internacional, el desarrollo de Starship se sigue con especial atención por parte de competidores y socios. Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos, continúa avanzando con su cohete New Glenn, aunque a un ritmo más pausado y todavía sin vuelos orbitales exitosos. Por su parte, la NASA sigue confiando en SpaceX para misiones clave, como el programa Artemis, en el que Starship ha sido seleccionada como módulo de aterrizaje lunar para futuras expediciones tripuladas.
En Europa, la española PLD Space ha celebrado recientemente el éxito del primer vuelo suborbital de su cohete Miura 1, posicionándose como actor emergente en el sector de lanzadores reutilizables de pequeña escala. Mientras tanto, Virgin Galactic ha retomado sus vuelos turísticos al borde del espacio con la nave VSS Unity, aunque su actividad sigue lejos del alcance técnico y comercial que persigue el programa Starship.
A pesar de los contratiempos, el proyecto Starship sigue siendo el mayor exponente de la nueva era espacial comercial, apostando por la reutilización completa, la reducción radical de costes y la posibilidad de misiones interplanetarias. Cada vuelo, exitoso o no, aporta datos valiosos para perfeccionar un sistema que aspira a revolucionar el acceso al espacio en la próxima década.
El noveno vuelo de Starship ha dejado claro que el desafío tecnológico es titánico, pero también que SpaceX no ceja en su empeño de romper las barreras de la exploración espacial. El mundo sigue atento a cada paso de este gigante de la ingeniería, en una carrera donde el margen de error es tan grande como la ambición por llegar más lejos que nunca.
(Fuente: Space Scout)

 
							 
							