Starship IFT-9 supera sus predecesores pero sufre contratiempos en el regreso a la Tierra

El noveno vuelo de prueba integrado de Starship, conocido como IFT-9, ha marcado un nuevo hito en la ambiciosa campaña de SpaceX para desarrollar el mayor sistema de lanzamiento jamás construido. Aunque la misión no culminó con el aterrizaje controlado de la nave, logró sobrepasar los logros de los dos ensayos anteriores, acercándose un paso más a la reutilización total de la arquitectura Starship-Super Heavy.
El lanzamiento de IFT-9 se produjo desde las instalaciones de Starbase, en Boca Chica (Texas), en un entorno de máxima expectación. Tras superar la cuenta atrás sin incidentes, la gigantesca combinación del propulsor Super Heavy y la nave Starship despegó sin problemas aparentes. En la fase inicial, los 33 motores Raptor del Super Heavy impulsaron el conjunto fuera de la plataforma, evidenciando el robusto avance en la fiabilidad del sistema de propulsión, un aspecto esencial para las aspiraciones de SpaceX de transportar cargas y tripulaciones a la órbita lunar, marciana e incluso más allá.
El hito más relevante de esta prueba fue la separación exitosa de las dos etapas y la prolongación del vuelo de Starship mucho más allá del punto en el que IFT-7 e IFT-8 fallaron, ambos destruidos sobre el Mar Caribe debido a problemas de estabilidad y control. En esta ocasión, Starship logró completar casi la totalidad de su perfil de vuelo previsto, lo que supone un progreso tangible en la maduración del vehículo.
Sin embargo, la fase crítica de regreso atmosférico volvió a poner de manifiesto los desafíos técnicos que sigue enfrentando el programa. En la reentrada, Starship comenzó a experimentar inestabilidades significativas, posiblemente relacionadas con el control aerodinámico y la resistencia a las altas temperaturas generadas por la fricción atmosférica a velocidades hipersónicas. En los segundos finales, los equipos de SpaceX perdieron el contacto con la nave, lo que indica que no logró completar el aterrizaje controlado, objetivo clave para la reutilización total y la reducción de costes de acceso al espacio.
Históricamente, el desarrollo de cohetes reutilizables ha estado plagado de dificultades técnicas. Desde los años 60, con los primeros conceptos de naves retornables de la NASA, hasta los éxitos recientes del Falcon 9 de la propia SpaceX, la industria ha ido superando una a una las barreras de la reutilización parcial. Sin embargo, Starship representa un salto cualitativo: se trata de la primera nave completamente reutilizable diseñada para transportar más de 100 toneladas de carga a la órbita terrestre baja, con la ambición de misiones interplanetarias.
El sistema Starship se compone de dos etapas: el propulsor Super Heavy y la nave Starship propiamente dicha, ambos propulsados por motores Raptor que queman metano y oxígeno líquidos. Esta configuración no solo promete una mayor eficiencia, sino que también facilita la producción de combustible en otros cuerpos celestes, como Marte, utilizando recursos in situ. La visión de SpaceX es lanzar y recuperar Starship de manera rutinaria, abaratando drásticamente el coste de enviar personas y suministros más allá de la órbita terrestre.
Este último vuelo, aunque no haya terminado en un aterrizaje exitoso, proporciona a los ingenieros una valiosa cantidad de datos sobre el comportamiento del vehículo en la reentrada y las fases finales del descenso, aspectos críticos de cara a futuras misiones tripuladas. Elon Musk, fundador de SpaceX, se ha mostrado optimista en redes sociales, resaltando que cada ensayo fallido acelera el aprendizaje y acerca a la empresa a su objetivo final.
La Administración Federal de Aviación (FAA) ha supervisado de cerca cada ensayo, imponiendo estrictos requisitos de seguridad tras los explosivos fracasos anteriores. El hecho de que IFT-9 haya alcanzado más allá de los puntos de fallo de IFT-7 e IFT-8 sugiere que SpaceX está afinando los sistemas de control y aumentando la robustez del diseño, aunque aún queda camino por recorrer antes de lograr la plena certificación para vuelos operativos, especialmente con tripulación a bordo.
En definitiva, el vuelo IFT-9 representa un paso adelante en el desarrollo de Starship, confirmando que SpaceX se mantiene en la vanguardia de la carrera por la reutilización total en el acceso al espacio. Cada prueba no solo acerca a la empresa a Marte, sino que redefine los límites de la ingeniería aeroespacial contemporánea.
(Fuente: SpacePolicyOnline.com)

 
							 
							