La fiebre del helio-3 lunar: Interlune firma un acuerdo histórico para traer el “combustible del futuro” a la Tierra

El interés por la explotación de recursos extraterrestres ha dado hoy un nuevo salto con el anuncio de Interlune, una startup con sede en Seattle, que ha firmado un acuerdo trascendental con el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE). El objetivo: desarrollar la tecnología necesaria para extraer helio-3 de la superficie lunar y enviarlo a la Tierra, abriendo la puerta a una posible revolución energética.
El helio-3 es un isótopo raro en nuestro planeta, pero relativamente abundante en el regolito lunar, depositado durante eones por el viento solar. Desde hace décadas, científicos y visionarios han soñado con utilizar este material como combustible para reactores de fusión nuclear, ya que sus reacciones producen mucha menos radiactividad que las basadas en deuterio y tritio, lo que facilitaría una generación de energía limpia y segura.
Sin embargo, la viabilidad comercial de extraer, transportar y utilizar helio-3 sigue siendo una cuestión muy debatida. La iniciativa de Interlune representa el primer paso concreto de una empresa privada para explorar este mercado potencial, mezclando expectativas científicas con estrategias de marketing audaces.
Un acuerdo con ambición lunar
Según el anuncio oficial, Interlune colaborará con el DOE para desarrollar sistemas de extracción robótica capaces de identificar, recolectar y procesar el regolito lunar rico en helio-3. El acuerdo prevé el diseño de cápsulas de retorno capaces de transportar pequeñas cantidades del valioso isótopo a la Tierra para su análisis y, eventualmente, uso industrial.
El CEO de Interlune, Rob Meyerson —ex presidente de Blue Origin— ha declarado que la compañía espera realizar sus primeras misiones de prueba a mediados de esta década, aprovechando la nueva generación de aterrizadores lunares desarrollados por empresas como SpaceX y Astrobotic, así como el renovado interés de la NASA en la exploración lunar bajo el programa Artemis.
Retos técnicos y precedentes históricos
A pesar del entusiasmo, los desafíos son mayúsculos. Extraer helio-3 implica procesar enormes volúmenes de regolito, ya que la concentración media es de apenas unas 20 partes por mil millones. El procedimiento requiere calentar el material lunar a más de 600 ºC, liberando el gas atrapado para su posterior captura. Transportar el helio-3 a la Tierra presenta, además, retos logísticos y económicos considerables, pues cada kilogramo tendría que ser lanzado de la Luna y sobrevivir a la reentrada atmosférica.
Históricamente, el helio-3 fue identificado como recurso lunar durante las misiones Apollo de la NASA en los años 70, pero hasta ahora ningún proyecto había superado la fase de laboratorio. Empresas como Moon Express y la misma Blue Origin han manifestado interés en la minería lunar, aunque sin resultados tangibles. China, por su parte, ha declarado en varias ocasiones que la explotación del helio-3 podría ser uno de los objetivos de sus futuras misiones tripuladas a la Luna.
¿Energía ilimitada o hype tecnológico?
El atractivo del helio-3 reside en su potencial para la fusión nuclear aneutrónica, es decir, una reacción que no produce neutrones de alta energía y, por tanto, no genera residuos radiactivos peligrosos. En teoría, apenas decenas de toneladas de helio-3 podrían cubrir las necesidades energéticas globales durante un año. Sin embargo, la tecnología necesaria para construir reactores de fusión eficientes con este combustible aún no existe, aunque iniciativas públicas y privadas como ITER en Europa o las startups estadounidenses Helion y TAE Technologies están avanzando en esa dirección.
El acuerdo de Interlune y el DOE, por tanto, se sitúa en la frontera entre la investigación avanzada y la especulación comercial. Algunos expertos consideran que la iniciativa es más una apuesta de futuro —y un ejercicio de marketing— que una solución viable a corto plazo para la crisis energética global. Sin embargo, la colaboración entre empresas innovadoras y organismos públicos podría acelerar el desarrollo de tecnologías clave, como la minería lunar automatizada y los sistemas de retorno de muestras a gran escala.
Un horizonte de competencia internacional
En este contexto, la carrera por los recursos lunares se intensifica. SpaceX, con su Starship, y Blue Origin, con su Blue Moon, han manifestado su intención de establecer infraestructura logística en la superficie de la Luna. Europa, a través de la ESA, y Japón, con su agencia JAXA, también exploran proyectos de extracción de regolito y uso in situ de recursos lunares. El desarrollo de estos sistemas podría, en última instancia, transformar la Luna en una plataforma industrial y
