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Curiosity se prepara para perforar una enigmática formación rocosa en Marte

Curiosity se prepara para perforar una enigmática formación rocosa en Marte

El rover Curiosity de la NASA, que explora la superficie marciana desde agosto de 2012, se dispone a escribir un nuevo capítulo en la historia de la exploración planetaria. Tras varios días de análisis detallados en la periferia de una llamativa unidad geológica conocida como “boxwork”, el equipo científico ha dado luz verde para que el laboratorio rodante realice una perforación en la zona, con el objetivo de obtener una muestra que podría arrojar luz sobre la evolución del planeta rojo.

La formación «boxwork»: claves para entender Marte

Las estructuras “boxwork” deben su nombre a su peculiar aspecto: una red de crestas entrecruzadas que recuerda a una caja tridimensional. En la Tierra, estas formaciones son poco frecuentes y suelen encontrarse en ambientes donde la disolución y precipitación de minerales ha jugado un papel fundamental. En Marte, la existencia de estas estructuras sugiere la acción de fluidos antiguos, lo que las convierte en objetivos prioritarios para la investigación sobre el pasado hidrogeológico marciano.

Durante los últimos “sols” —como se denomina a los días marcianos—, Curiosity ha empleado sus instrumentos de contacto, como la cámara MAHLI (Mars Hand Lens Imager) y el espectrómetro APXS (Alpha Particle X-Ray Spectrometer), para obtener datos precisos sobre la mineralogía y composición de las rocas. Estas mediciones previas son esenciales para seleccionar el mejor punto de perforación, ya que ayudan a identificar zonas de especial interés científico y a evitar superficies demasiado frágiles o duras para el taladro del rover.

Una operación milimétrica: cómo se recoge una muestra en Marte

La toma de muestras con el taladro de Curiosity es una maniobra compleja que requiere una planificación exhaustiva. El brazo robótico del rover —de más de dos metros de largo— despliega el taladro tras asegurarse de que la roca elegida cumple los requisitos de seguridad y estabilidad. Una vez comenzada la perforación, el polvo y los fragmentos generados son transferidos al sistema de análisis interno del rover, que dispone de dos laboratorios portátiles: CheMin (Chemistry and Mineralogy) y SAM (Sample Analysis at Mars).

CheMin utiliza difracción de rayos X para identificar con precisión los minerales presentes, mientras que SAM calienta las muestras para liberar gases y analiza su composición, en busca de compuestos orgánicos y otras moléculas clave. Los resultados combinados permiten reconstruir el entorno de formación de la roca y detectar posibles huellas de procesos biológicos o hidrotermales, cruciales para entender la habitabilidad pasada del planeta.

El legado de la exploración robótica y las próximas misiones

Curiosity se encuentra actualmente en el cráter Gale, una cuenca de impacto de 154 kilómetros de diámetro que albergó lagos y ríos hace miles de millones de años. Desde que aterrizó, el rover ha recorrido más de 30 kilómetros, ascendiendo gradualmente las laderas del monte Sharp, una montaña que se alza en el centro del cráter y presenta estratos geológicos que registran la evolución climática de Marte.

El éxito continuado de Curiosity se suma a los avances logrados por otras misiones internacionales. Perseverance, también de la NASA, explora el cráter Jezero para recolectar muestras que serán traídas a la Tierra en futuras misiones. China, con su rover Zhurong, y la Agencia Espacial Europea, con el próximo rover Rosalind Franklin, refuerzan la apuesta global por la exploración marciana.

En paralelo al estudio del sistema solar, el descubrimiento de más de 5.000 exoplanetas por telescopios como Kepler y TESS está impulsando la búsqueda de mundos habitables fuera de la Tierra. La NASA, la ESA y otras agencias planean nuevos observatorios espaciales para analizar las atmósferas de estos planetas y detectar posibles biomarcadores.

La nueva era de la exploración espacial: del sector público al privado

Mientras las agencias públicas mantienen el liderazgo científico, el sector privado gana protagonismo en el acceso al espacio. SpaceX ha revolucionado el lanzamiento orbital con su cohete reutilizable Falcon 9 y prepara la nave Starship para misiones a Marte y la Luna. Blue Origin, de Jeff Bezos, avanza en el desarrollo de su cohete New Glenn y la cápsula lunar Blue Moon.

En Europa, la empresa española PLD Space ha iniciado una nueva etapa en la industria aeroespacial con el lanzamiento de su cohete suborbital MIURA 1, abriendo el camino a futuros vectores reutilizables y posicionando a España en el mapa de lanzadores comerciales. Virgin Galactic, por su parte, ha realizado vuelos turísticos suborbitales, llevando a civiles al borde del espacio y democratizando el acceso a la microgravedad.

El futuro de la exploración espacial se perfila como una colaboración entre agencias públicas, empresas privadas y la comunidad científica internacional, donde cada descubrimiento acerca a la humanidad a responder las grandes preguntas sobre el origen y la habitabilidad de la vida en el universo.

La inminente perforación de Curiosity en el “boxwork” marciano promete aportar nuevos datos sobre la historia geológica y climática de Marte, reforzando el papel de la ciencia y la tecnología en la conquista del cosmos. (Fuente: NASA)