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Europa, el enigmático satélite de Júpiter, revela sus cicatrices heladas en nuevas imágenes de alta resolución

Europa, el enigmático satélite de Júpiter, revela sus cicatrices heladas en nuevas imágenes de alta resolución

El satélite Europa, uno de los más fascinantes del sistema joviano, vuelve a situarse en el centro de la actualidad científica gracias a la publicación de un espectacular mosaico de imágenes que combina tomas regionales de alta resolución con una visión global contextual de menor detalle. Este trabajo, fruto de la labor de la misión Galileo de la NASA durante sus repetidos sobrevuelos entre 1996 y 2003, ofrece una perspectiva sin precedentes sobre la compleja geología superficial de este mundo helado.

Las imágenes regionales, capturadas durante diferentes aproximaciones a Europa, abarcan latitudes extremas desde el hemisferio norte hasta el sur, permitiendo a los científicos analizar la superficie de la luna con un nivel de detalle meticuloso. En la composición destacan especialmente las largas estructuras arcuadas y lineales, conocidas como lineae, que atraviesan el hielo superficial en patrones que han desconcertado a geólogos planetarios durante décadas.

Europa ha sido, desde su descubrimiento por Galileo Galilei en 1610, uno de los principales objetivos de la exploración espacial debido a la posibilidad de que bajo su corteza de hielo se oculte un océano global de agua líquida. Este océano subterráneo, que podría contener hasta el doble de agua que todos los océanos terrestres juntos, convierte a Europa en un candidato prioritario en la búsqueda de vida fuera de la Tierra.

La misión Galileo, lanzada en 1989 a bordo del transbordador Atlantis, fue la primera en orbitar Júpiter y en estudiar de cerca sus lunas principales. A lo largo de sus 34 órbitas alrededor del gigante gaseoso, Galileo realizó 12 sobrevuelos cercanos de Europa, capturando imágenes en longitudes de onda visibles y en el infrarrojo cercano. Gracias a estos datos, los científicos han podido cartografiar extensas regiones de Europa y analizar fenómenos como el agrietamiento del hielo, la formación de crestas y la posible actividad criovolcánica.

Las lineae, que dominan las nuevas imágenes, son fracturas de cientos de kilómetros de longitud y apenas unos pocos kilómetros de ancho, formadas probablemente por la tensión en la corteza helada a medida que las fuerzas de marea de Júpiter deforman el satélite. Su morfología sugiere que material más cálido o incluso agua salada podría ascender desde el interior, rehelándose en la superficie y renovando el hielo. Esto implica un proceso geológico activo y reciente, algo excepcional en el contexto de los satélites del Sistema Solar.

La composición del mosaico, que contrasta las imágenes regionales de alta definición con la visión global de menor resolución, permite apreciar la diversidad de terrenos: desde llanuras relativamente lisas hasta zonas caóticas plagadas de bloques de hielo desplazados, pasando por regiones donde las lineae se entrecruzan en complejas redes. Este tipo de análisis es esencial para planificar futuras misiones, ya que ayudará a seleccionar los lugares más prometedores para el estudio in situ.

La próxima gran apuesta científica será la misión Europa Clipper de la NASA, cuyo lanzamiento está previsto para octubre de 2024. Esta sonda, mucho más sofisticada que Galileo, sobrevolará Europa casi 50 veces en órbitas altamente elípticas, cartografiando la superficie con radar de penetración, espectrómetros y cámaras de alta resolución. El objetivo es desvelar el grosor de la corteza de hielo, buscar indicios de actividad reciente e identificar regiones donde el océano pueda estar en contacto directo con la superficie, aumentando así las probabilidades de encontrar entornos habitables.

El interés por Europa no se limita a la NASA. La Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó en 2023 la misión JUICE (Jupiter Icy Moons Explorer), que estudiará tanto Europa como Ganímedes y Calisto, los otros grandes satélites helados de Júpiter. Esta colaboración internacional es fundamental para ampliar nuestro conocimiento sobre los mundos oceánicos del sistema solar y su potencial para albergar vida.

Mientras tanto, la industria espacial privada observa con atención estos avances. SpaceX, por ejemplo, se ha postulado como proveedor de lanzadores para misiones de exploración planetaria, y la tecnología desarrollada por empresas como Blue Origin podría resultar fundamental en la próxima década para misiones robóticas o incluso humanas a las lunas de Júpiter y Saturno.

La publicación de este nuevo mosaico de Europa no solo subraya la importancia de los datos históricos de misiones como Galileo, sino que también refuerza el carácter pionero de la cooperación internacional en la exploración espacial. Cada nueva imagen es un paso más hacia la comprensión de uno de los cuerpos más misteriosos y prometedores del sistema solar, y acerca el sueño de responder a la pregunta fundamental: ¿estamos solos en el universo?

(Fuente: NASA)