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Colaboración internacional impulsa avances en microgravedad con el experimento Ring-Sheared Drop

Colaboración internacional impulsa avances en microgravedad con el experimento Ring-Sheared Drop

Investigadores de todo el mundo especializados en biología espacial y ciencias físicas se han unido recientemente en una presentación especial organizada por el Grupo de Usuarios de PSI en el mes de mayo, con el propósito de compartir los últimos avances del experimento Ring-Sheared Drop (RSD). Este innovador estudio, que se desarrolla a bordo del Módulo Microgravity Science Glovebox de la Estación Espacial Internacional (ISS), fue lanzado en julio de 2019 y ha supuesto un salto adelante en la comprensión del comportamiento de los fluidos bajo condiciones de microgravedad, especialmente en lo que respecta al flujo cortante sin la influencia de paredes sólidas.

El principal objetivo de la misión RSD es investigar cómo se comportan los líquidos cuando se someten a fuerzas de cizallamiento (shearing) en el espacio, donde la gravedad es prácticamente inexistente. Este tipo de experimentos son imposibles de realizar con precisión en la Tierra, ya que la gravedad terrestre y la presencia de superficies sólidas alteran notablemente el flujo y la dinámica de los fluidos. En cambio, en la ISS, los científicos pueden observar el movimiento de gotas líquidas suspendidas, manipuladas únicamente por fuerzas externas como el campo magnético o campos eléctricos, sin que ningún recipiente físico las contenga.

Históricamente, la investigación de fluidos en microgravedad ha sido fundamental para el desarrollo de tecnologías espaciales. Desde los primeros experimentos de la NASA en las décadas de los 70 y 80 —con misiones como Skylab y Spacelab— hasta los trabajos actuales, el estudio de los líquidos en el espacio ha permitido mejorar desde los sistemas de soporte vital para los astronautas hasta los métodos de propulsión y almacenamiento de combustible en misiones de larga duración.

El experimento RSD se ha centrado en analizar cómo la cizalladura afecta a las gotas de líquido, una cuestión crucial para entender procesos que van desde la formación de coágulos sanguíneos hasta la eficiencia de los combustibles criogénicos. Gracias a la microgravedad de la ISS, los científicos pueden observar cómo estas gotas responden a fuerzas rotacionales inducidas por anillos magnéticos, simulando así condiciones similares a las que se encuentran en el interior de arterias humanas o en depósitos de combustibles espaciales.

Entre los resultados más destacados de esta investigación figura la observación directa de la formación y evolución de patrones de flujo en ausencia de paredes sólidas. Este avance podría revolucionar el diseño de futuros experimentos biomédicos y de ingeniería en el espacio, permitiendo, por ejemplo, desarrollar mejores tratamientos para enfermedades cardiovasculares o diseñar tanques de combustible más eficientes para vehículos espaciales.

La colaboración entre agencias como la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y socios privados como SpaceX y Blue Origin ha sido clave para el éxito del experimento RSD. SpaceX, en particular, ha desempeñado un papel fundamental al proporcionar lanzamientos regulares a la ISS mediante su nave Dragon, lo que ha permitido el transporte tanto de los equipos experimentales como de los resultados de vuelta a la Tierra para su análisis. Blue Origin, por su parte, ha expresado su interés en adaptar experimentos similares en su futura estación orbital privada, en el marco de su proyecto Orbital Reef.

En paralelo, empresas como Virgin Galactic están explorando oportunidades para llevar experimentos de microgravedad a bordo de sus vuelos suborbitales, aunque todavía en fases preliminares. Mientras tanto, la española PLD Space ha anunciado su intención de ofrecer servicios de microgravedad mediante lanzadores reutilizables, lo que podría abrir nuevas vías para la investigación en el ámbito europeo y latinoamericano.

No menos relevante ha sido el impacto del RSD en el campo de la astrobiología y la exploración de exoplanetas. Comprender cómo se comportan los fluidos en ausencia de gravedad ofrece pistas sobre la formación de atmósferas y océanos en otros mundos, un área de investigación que gana cada vez más relevancia gracias a misiones como la del telescopio espacial James Webb, que busca rastros de agua y condiciones habitables en planetas fuera del Sistema Solar.

Así, el experimento Ring-Sheared Drop no solo ha permitido avances técnicos y científicos de primer orden, sino que también ha consolidado la importancia de la colaboración internacional y público-privada en la nueva era de la exploración espacial. El futuro de la ciencia en microgravedad promete seguir desvelando misterios fundamentales, tanto para la salud humana como para la ingeniería espacial y la búsqueda de vida más allá de nuestro planeta.

(Fuente: NASA)