El telescopio James Webb descubre sorprendentes detalles en el corazón de la Nebulosa Mariposa

El Telescopio Espacial James Webb, una colaboración entre la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Canadiense (CSA), ha vuelto a deslumbrar al mundo científico con sus últimas observaciones. En esta ocasión, su avanzada tecnología ha permitido desvelar aspectos inéditos y fascinantes en el núcleo de la Nebulosa Mariposa (NGC 6302), una de las nebulosas planetarias más espectaculares y enigmáticas del firmamento.
La Nebulosa Mariposa, situada a unos 3.800 años luz de la Tierra en la constelación de Escorpio, debe su nombre a las alas extendidas y simétricas que se aprecian en las imágenes obtenidas en luz visible. Esta nebulosa es el resultado de las últimas etapas evolutivas de una estrella parecida al Sol, que ha expulsado sus capas externas al espacio, creando un entorno de gas y polvo de formas complejas y belleza singular.
El James Webb, con su capacidad de captar el universo en el infrarrojo, ha superado ampliamente a sus predecesores como el Hubble y el Spitzer, al penetrar las densas nubes de polvo que rodean el núcleo de NGC 6302. Gracias a sus instrumentos de alta resolución, el Webb ha proporcionado una imagen sin precedentes de la estructura interna de la nebulosa, permitiendo a los astrónomos analizar su dinámica y morfología con un nivel de detalle nunca antes alcanzado.
Entre los hallazgos más destacados están el mapeo de un denso toro de material que envuelve a la estrella central, la cual permanece oculta a los telescopios ópticos debido a la gran cantidad de polvo interestelar. Este toro, compuesto principalmente de moléculas de carbono y silicatos, parece jugar un papel fundamental en la conformación de la nebulosa y en la colimación de sus impresionantes chorros bipolares. Los datos del James Webb revelan además la presencia de estructuras filamentosas y nudos de gas que sugieren una historia de inestabilidad y eyecciones sucesivas, probablemente ligadas a procesos violentos en el final de la vida de la estrella progenitora.
Otro de los logros de estas observaciones ha sido la identificación de complejos sistemas de chorros y flujos de materia que se extienden desde el núcleo hacia el espacio interestelar. Estos jets, que se desplazan a velocidades de cientos de kilómetros por segundo, han esculpido el gas circundante y dado forma a los característicos lóbulos en forma de alas de mariposa. El Webb ha conseguido distinguir detalles finos en estas estructuras, como capas concéntricas y cambios abruptos de densidad, que podrían ser las huellas de interacciones con una posible estrella compañera o de cambios en la tasa de pérdida de masa estelar.
El análisis espectroscópico realizado por el James Webb ha permitido también identificar la presencia de diversos compuestos químicos en la nebulosa, entre ellos hidrocarburos complejos y moléculas precursoras de polvo. Estos hallazgos tienen importantes implicaciones para la comprensión del ciclo de vida de las estrellas y la química del medio interestelar, ya que las nebulosas planetarias como NGC 6302 son fundamentales en el reciclaje de material que posteriormente dará lugar a nuevas generaciones de estrellas y planetas.
La importancia de este tipo de descubrimientos va mucho más allá de la Nebulosa Mariposa. Las observaciones del James Webb están proporcionando una visión revolucionaria de la evolución estelar y de los procesos físicos que gobiernan la formación y dispersión de nebulosas planetarias. Este avance se suma a otros logros recientes del telescopio, como la detección de atmósferas en exoplanetas, el estudio de galaxias en el universo temprano y la caracterización de discos protoplanetarios.
La misión del James Webb, lanzado en diciembre de 2021 a bordo de un cohete Ariane 5 desde el puerto espacial europeo de Kourou, representa uno de los mayores hitos de la astronomía moderna. Su ubicación en el punto de Lagrange L2 a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra le proporciona condiciones óptimas para la observación profunda del cosmos. Desde su despliegue, el Webb ha superado las expectativas técnicas y científicas, situándose a la vanguardia de la investigación espacial y abriendo una nueva era en la exploración del universo.
Estos resultados también ponen de relieve la importancia de la colaboración internacional en la investigación espacial. La participación de la ESA en el James Webb, junto con agencias como la NASA y la CSA, demuestra el potencial de trabajar conjuntamente para desentrañar los misterios del cosmos. Mientras tanto, compañías privadas como SpaceX y Blue Origin continúan impulsando la innovación tecnológica y el acceso al espacio, y proyectos europeos como PLD Space avanzan en el desarrollo de lanzadores reutilizables, sentando las bases para una presencia humana y científica más sostenida más allá de nuestro planeta.
El James Webb seguirá observando la Nebulosa Mariposa y otras regiones emblemáticas, proporcionando datos que ayudarán a los científicos a reconstruir la historia y el destino de las estrellas y sus sistemas planetarios. Con cada nueva imagen y espectro, el telescopio amplía las fronteras del conocimiento humano y nos aproxima un poco más a comprender nuestro lugar en el universo.
(Fuente: ESA)

 
							 
							