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Viajar al espacio: cómo afecta la microgravedad al sistema inmunitario humano

Viajar al espacio: cómo afecta la microgravedad al sistema inmunitario humano

El viaje espacial no solo representa desafíos tecnológicos y de ingeniería, sino también una prueba extrema para la fisiología humana. Una de las grandes incógnitas que aún exploran científicos y agencias espaciales es cómo la microgravedad y otros factores asociados al espacio afectan nuestro sistema inmunitario, algo fundamental de cara a las próximas misiones de larga duración a la Luna y Marte.

El sistema inmunológico, encargado de protegernos frente a infecciones y enfermedades, se ve alterado en condiciones de microgravedad. Así lo han confirmado numerosos estudios realizados tanto en la Estación Espacial Internacional (EEI) como en vuelos suborbitales y misiones análogas en la Tierra. El laboratorio de Inmunología y Virología de la Dirección de Salud y Rendimiento Humano de la NASA se dedica específicamente a analizar estas variaciones.

Durante décadas, los astronautas han reportado cambios en su salud durante y después de las misiones. En los primeros vuelos espaciales, ya se observaron infecciones leves y reactivación de virus latentes. Casos de herpes zóster, resfriados y otras enfermedades han sido documentados, a pesar de que los tripulantes pasaban rigurosos controles médicos antes del lanzamiento.

Los factores responsables de estos cambios son múltiples: el estrés físico y psicológico, la radiación cósmica, la alteración de los ciclos circadianos por la exposición continua a la luz artificial y, sobre todo, la microgravedad, que modifica procesos celulares básicos. El sistema inmunitario puede experimentar tanto una disminución de su eficacia como una respuesta exagerada o mal dirigida, lo que incrementa el riesgo de infecciones y autoinmunidad.

La NASA y otras agencias, como la ESA y Roscosmos, han desarrollado experimentos para estudiar específicamente cómo el espacio afecta a linfocitos, macrófagos y otras células inmunitarias. En la EEI, los astronautas han enviado regularmente muestras de sangre y saliva a la Tierra para su análisis, permitiendo comparar los marcadores inmunitarios antes, durante y después de las misiones.

SpaceX, empresa pionera en el transporte espacial privado, ha colaborado con la NASA en el envío de experimentos biológicos a la estación. Sus cápsulas Dragon han retornado muestras vitales para analizar la evolución de células inmunitarias humanas en el espacio. Además, la compañía de Elon Musk ha anunciado su intención de llevar astronautas a Marte en la próxima década, lo que hace aún más urgente comprender cómo proteger la salud de la tripulación durante viajes de varios meses o incluso años.

Por su parte, Blue Origin, la firma liderada por Jeff Bezos, también ha mostrado interés en la investigación biomédica en microgravedad. Sus vuelos suborbitales con el cohete New Shepard han transportado pequeños experimentos para estudiar, entre otras cosas, la función inmune fuera del planeta.

PLD Space, la empresa española con sede en Elche, ha manifestado su intención de contribuir a la investigación científica en vuelos suborbitales mediante sus lanzadores reutilizables Miura 1 y Miura 5. Aunque centrada en cargas tecnológicas, la firma no descarta colaborar en el futuro con experimentos biomédicos, lo que abriría nuevas oportunidades para la ciencia española en este campo.

Virgin Galactic, la compañía de turismo espacial de Richard Branson, ha transportado también experimentos biológicos en sus vuelos suborbitales. Aunque la duración de la microgravedad en estos vuelos es limitada, permite realizar pruebas rápidas sobre cómo responden los sistemas biológicos a la ingravidez.

La importancia de estos estudios se magnifica cuando se contemplan las futuras misiones a exoplanetas. Si alguna vez la humanidad logra viajar más allá del sistema solar, será imprescindible haber resuelto los desafíos relacionados con la inmunidad. Las condiciones extremas de radiación y aislamiento podrían alterar aún más nuestras defensas naturales, por lo que el desarrollo de terapias preventivas y sistemas de monitorización médica avanzada será esencial.

En el terreno público, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la agencia japonesa JAXA han financiado investigaciones para crear contramedidas. Estas incluyen desde el uso de suplementos inmunoestimulantes hasta el desarrollo de hábitats espaciales diseñados para minimizar el estrés y la exposición a patógenos. Por ejemplo, el experimento “Immunity Assay” de la ESA evaluó la viabilidad de analizar la función inmunológica de los astronautas en órbita, mostrando que es posible monitorizar el estado inmunitario de la tripulación en tiempo real.

La experiencia acumulada en la EEI será crucial para la misión Artemisa, que pretende devolver humanos a la Luna y establecer bases permanentes en su superficie, así como para el programa Gateway, la futura estación lunar internacional. Comprender y mitigar los efectos del espacio en el sistema inmunitario no solo será vital para la salud de los astronautas, sino también para abrir la puerta a la exploración interplanetaria.

La investigación sobre la inmunidad espacial representa una de las fronteras biomédicas más apasionantes de nuestro tiempo. A medida que la humanidad se prepara para dar el salto definitivo a la Luna, Marte y más allá, asegurar el bienestar de los tripulantes será tan importante como el propio desarrollo tecnológico de las naves espaciales.

(Fuente: NASA)