Space39a

Noticias del espacio

Space39a

Noticias del espacio

ESA

El exoplaneta TRAPPIST-1 d descarta su atmósfera terrestre tras un estudio con el James Webb

El exoplaneta TRAPPIST-1 d descarta su atmósfera terrestre tras un estudio con el James Webb

El exoplaneta TRAPPIST-1 d, uno de los siete mundos que orbitan la estrella enana ultrafría TRAPPIST-1, ha sido durante años uno de los grandes candidatos en la búsqueda de planetas habitables fuera del Sistema Solar. Sin embargo, una reciente investigación basada en datos del telescopio espacial James Webb, en la que han colaborado la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA), ha revelado que este prometedor exoplaneta carece de una atmósfera similar a la terrestre, descartando así, por el momento, la posibilidad de que pueda albergar vida tal y como la conocemos.

TRAPPIST-1 d se encuentra a unos 40 años luz de la Tierra, en la constelación de Acuario. Es uno de los siete planetas rocosos que orbitan la estrella TRAPPIST-1, descubiertos en 2017 por un equipo internacional de astrónomos utilizando el telescopio belga TRAPPIST y posteriormente confirmados por el telescopio espacial Spitzer de la NASA. Su tamaño y masa son comparables a los de la Tierra, y su órbita le sitúa en la denominada “zona habitable”, la región alrededor de la estrella donde las temperaturas permitirían la existencia de agua líquida en la superficie.

La gran expectación que despertó el sistema TRAPPIST-1 se debe precisamente a la rareza de encontrar varios planetas similares a la Tierra en una misma estrella, y en particular, a la esperanza de que alguno de ellos pudiera tener condiciones aptas para la vida. Desde entonces, los esfuerzos de la comunidad científica se han centrado en caracterizar las atmósferas de estos mundos, un reto tecnológico que ha requerido el desarrollo de instrumentos de última generación.

El telescopio espacial James Webb, lanzado en diciembre de 2021, ha sido concebido para abordar este tipo de investigaciones. Gracias a su sensibilidad infrarroja y a su capacidad para observar la tenue luz filtrada a través de las atmósferas de exoplanetas durante los tránsitos, el Webb permite analizar la composición química de dichas atmósferas y buscar señales de elementos clave para la habitabilidad, como el vapor de agua, el dióxido de carbono o el metano.

El último estudio, liderado por un equipo internacional de astrónomos, ha utilizado el espectrógrafo NIRSpec del James Webb para observar varios tránsitos de TRAPPIST-1 d. Los resultados han sido concluyentes: el exoplaneta no muestra señales de poseer una atmósfera densa similar a la de la Tierra. Los investigadores han descartado la presencia de nubes de vapor de agua, dióxido de carbono o metano en cantidades significativas. La ausencia de una atmósfera terrestre implica que el planeta carece de un escudo protector frente a la radiación estelar y de un mecanismo eficiente para regular su temperatura, dos condiciones consideradas esenciales para la vida.

Este hallazgo supone un revés para las expectativas en torno a la habitabilidad de TRAPPIST-1 d, pero no descarta que otros planetas del sistema puedan reunir las condiciones adecuadas. De hecho, los astrónomos continúan analizando los tránsitos de los otros seis planetas, especialmente TRAPPIST-1 e y TRAPPIST-1 f, que también orbitan en la zona habitable y podrían tener atmósferas más densas o diferentes composiciones químicas.

La investigación sobre atmósferas de exoplanetas es un campo relativamente reciente, pero en rápida expansión desde el descubrimiento en 1995 del primer planeta extrasolar alrededor de una estrella similar al Sol. Desde entonces, misiones como Kepler, TESS y el propio James Webb han permitido detectar miles de exoplanetas y, en casos contados, caracterizar sus atmósferas. Las agencias espaciales y empresas privadas como SpaceX y Blue Origin, aunque centradas en la exploración tripulada y los lanzamientos orbitales, siguen con interés estos avances, ya que el conocimiento sobre mundos potencialmente habitables es clave para futuros proyectos de exploración interplanetaria y, a largo plazo, interestelar.

En Europa, la ESA impulsa instrumentos como el telescopio espacial CHEOPS y prepara la misión Ariel, dedicada específicamente al estudio de atmósferas de exoplanetas. En España, empresas como PLD Space, con su cohete Miura, contribuyen al desarrollo de tecnologías que facilitarán la puesta en órbita de nuevos telescopios y sondas dedicadas a la exploración de planetas fuera del Sistema Solar.

Mientras tanto, el caso de TRAPPIST-1 d ilustra los desafíos y sorpresas que depara la ciencia de exoplanetas: la similitud en tamaño y localización no garantiza la habitabilidad, y la presencia de una atmósfera adecuada sigue siendo una incógnita que solo la observación directa puede resolver. La comunidad científica continuará explorando estos mundos lejanos, con la esperanza de encontrar, algún día, un verdadero gemelo de la Tierra.

(Fuente: ESA)