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China avanza en su programa lunar con una exitosa prueba de aborto en plataforma para su nueva nave tripulada

China avanza en su programa lunar con una exitosa prueba de aborto en plataforma para su nueva nave tripulada

China ha dado un paso significativo hacia sus ambiciosos planes de exploración lunar y de órbita baja terrestre al completar con éxito una prueba de aborto en plataforma para su próxima generación de naves espaciales tripuladas. El ensayo, realizado durante la madrugada del martes en el Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan, busca garantizar la seguridad de las futuras tripulaciones frente a posibles emergencias en las fases iniciales del lanzamiento, un requisito indispensable para misiones lunares tripuladas y para operaciones rutinarias en la órbita terrestre baja.

La maniobra de aborto en plataforma simula un escenario de emergencia en el que el cohete portador sufre algún fallo crítico mientras permanece aún en la rampa de lanzamiento o en los primeros segundos de vuelo. En tal situación, el sistema de escape debe activarse inmediatamente para separar la cápsula tripulada del resto del vehículo, salvaguardando la vida de los astronautas. Este tipo de pruebas son consideradas uno de los elementos más críticos en el desarrollo de vehículos espaciales tripulados, ya que demuestran la capacidad del sistema para responder ante situaciones impredecibles y potencialmente letales.

En la prueba llevada a cabo por la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA), la cápsula prototipo de la nueva nave fue propulsada rápidamente fuera de la plataforma mediante cohetes de escape instalados en su estructura superior. La nave ascendió en pocos segundos, se separó del sistema de escape y desplegó sus paracaídas, aterrizando a salvo en las inmediaciones del complejo de lanzamiento. Según los responsables del proyecto, todos los sistemas funcionaron según lo previsto, cumpliendo los parámetros de seguridad y demostrando la madurez tecnológica alcanzada hasta el momento.

La nave de nueva generación, cuyo diseño modular permite adaptarse tanto a misiones en la órbita terrestre baja como a vuelos lunares, representa una evolución respecto a la actual Shenzhou, empleada por China en sus viajes a la estación espacial Tiangong. Entre las mejoras más notables, destaca la capacidad de transportar hasta siete tripulantes, frente a los tres de la Shenzhou, así como sistemas avanzados de control, soporte vital y protección térmica, adaptados a las exigencias de los viajes más allá de la órbita terrestre.

El éxito de la prueba de aborto en plataforma sitúa a China en una posición privilegiada para su objetivo declarado de realizar un alunizaje tripulado antes de 2030. Este avance se produce en paralelo a los progresos de otras potencias espaciales. En Estados Unidos, la NASA avanza en el desarrollo de la nave Orion y el sistema de lanzamiento SLS para el programa Artemis, que pretende devolver astronautas estadounidenses a la superficie lunar en los próximos años. Por su parte, empresas privadas como SpaceX han ensayado de manera similar el sistema de aborto del Crew Dragon, actualmente operativo para misiones a la Estación Espacial Internacional (ISS). Blue Origin también trabaja en dispositivos de escape para su cápsula tripulada New Shepard, enfocada en vuelos suborbitales y turísticos, mientras que Virgin Galactic, centrada en experiencias espaciales para civiles, implementa sus propios protocolos de seguridad para pasajeros.

En Europa, la compañía española PLD Space ha marcado hitos recientes con la exitosa recuperación de su cohete suborbital Miura 1, contribuyendo al desarrollo de tecnologías reutilizables en el Viejo Continente. La Agencia Espacial Europea (ESA), aunque centrada principalmente en el programa Artemis como socio de la NASA, también investiga tecnologías de protección y rescate para futuros vuelos tripulados.

El ensayo chino refuerza además la tendencia global hacia la diversificación y redundancia de los sistemas de escape, considerados esenciales tras incidentes históricos como el accidente del Soyuz 18-1 en 1975 o el trágico desastre del Challenger en 1986. Estas lecciones han impulsado a todas las agencias, tanto públicas como privadas, a priorizar la seguridad en el diseño y validación de sus vehículos.

En el ámbito científico, el desarrollo de sistemas avanzados de aborto en plataforma no solo protege a las tripulaciones, sino que allana el camino para misiones más complejas, como la exploración de exoplanetas mediante telescopios espaciales tripulados o la posible construcción de bases permanentes en la Luna y Marte. La robustez de estos mecanismos será clave para el futuro de la presencia humana más allá de la Tierra, donde la capacidad de respuesta ante emergencias determinará en última instancia el éxito o fracaso de las misiones.

Con la prueba de esta semana, China consolida su posición en la vanguardia de la exploración espacial y se suma a la carrera internacional por el regreso a la Luna, abriendo una nueva etapa de competencia y cooperación global en la conquista del espacio profundo.

(Fuente: SpaceNews)