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El misterioso resplandor de Europa: pistas sobre su composición y habitabilidad

El misterioso resplandor de Europa: pistas sobre su composición y habitabilidad

Europa, la enigmática luna de Júpiter, vuelve a captar la atención de la comunidad científica y del público general gracias a una nueva imagen en color, resultado del minucioso trabajo de procesamiento de datos obtenidos por la sonda Galileo de la NASA. Esta imagen, lograda a partir de la combinación de datos en escala de grises de alta resolución con información cromática de menor resolución, ofrece una visión inédita de la compleja superficie de Europa y aporta nuevas pistas sobre la naturaleza de sus materiales y la posibilidad de ambientes habitables bajo su corteza helada.

La imagen revela contrastes llamativos entre extensas regiones azuladas y otras zonas de tonalidades rojizas. Los terrenos azul-blanco, según interpretan los científicos, corresponden a áreas de hielo de agua relativamente puro, mientras que las regiones rojizas presentan una mezcla de hielo y sales hidratadas. Estudios espectrográficos sugieren que entre estas sales podrían encontrarse sulfato de magnesio e incluso ácido sulfúrico hidratado, lo que podría tener profundas implicaciones para la química del océano subterráneo que se presume existe bajo la corteza helada de Europa.

Las imágenes originales que han permitido obtener este nuevo mosaico proceden de dos órbitas distintas de la nave Galileo, que exploró el sistema joviano entre 1995 y 2003. Galileo fue la primera sonda en orbitar un planeta gigante y proporcionó una ingente cantidad de datos sobre Júpiter y sus lunas. La misión se diseñó con una capacidad de transmisión limitada, lo que obligó a priorizar la selección de imágenes y datos. Por ello, la combinación de imágenes de diferentes pasadas y filtros se ha convertido en una herramienta fundamental para extraer el máximo conocimiento científico de la información archivada.

La superficie de Europa, a diferencia de la de otras lunas heladas, está surcada por una intrincada red de fracturas, bandas y estructuras lineales conocidas como lineae. Estas formaciones, junto a la relativa escasez de cráteres, sugieren una corteza activa y joven, con menos de 60 millones de años. La actividad tectónica, impulsada por fuerzas de marea debidas a la intensa gravedad de Júpiter, podría permitir el intercambio de materiales entre el océano interno y la superficie, favoreciendo potenciales procesos geoquímicos similares a los que sustentan la vida en los fondos oceánicos terrestres.

Las áreas rojizas que muestra la imagen coloreada despiertan especial interés. Los análisis realizados por Galileo y, más recientemente, por el telescopio espacial Hubble, apuntan a la presencia de compuestos químicos que podrían proceder de ese océano global oculto bajo kilómetros de hielo. La detección de sales hidratadas y compuestos de azufre refuerza la hipótesis de que el océano de Europa es salino y, posiblemente, químicamente activo. Estos hallazgos convierten a Europa en uno de los principales objetivos en la búsqueda de vida extraterrestre dentro del Sistema Solar.

La NASA prepara el lanzamiento de la misión Europa Clipper, previsto para 2024, que orbitará Júpiter y realizará múltiples sobrevuelos de Europa. Su objetivo es mapear la superficie con instrumentos de última generación, analizar la composición del hielo y buscar indicios de actividad reciente, como géiseres de agua que podrían poner en contacto directo el océano interno con el espacio exterior. Los datos que obtenga esta misión serán fundamentales para planificar futuras exploraciones, incluidas las ambiciosas propuestas de enviar sondas que puedan perforar la corteza helada y explorar directamente el océano subterráneo.

El renovado interés en Europa no se limita a la NASA. La Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó en 2023 la misión JUICE (Jupiter Icy Moons Explorer), que estudiará en profundidad las lunas heladas de Júpiter, incluida Europa. Por su parte, empresas privadas como SpaceX y Blue Origin han mostrado su disposición a colaborar en el desarrollo de tecnología que facilite futuras misiones tripuladas o robóticas a estos lejanos mundos.

El avance en la exploración de Europa es un ejemplo del dinamismo actual en el sector espacial. Mientras SpaceX continúa batiendo récords de lanzamientos con su Falcon 9 y prepara la Starship para vuelos interplanetarios, y Blue Origin avanza en el desarrollo de su cohete New Glenn y su módulo lunar Blue Moon, la exploración de satélites y exoplanetas se sitúa en el centro de la agenda científica internacional. El reciente descubrimiento de exoplanetas potencialmente habitables por parte de la misión TESS de la NASA o el telescopio James Webb demuestra que los océanos bajo el hielo, tanto en nuestro sistema como en otros, podrían ser una constante en el universo, aumentando las probabilidades de encontrar vida fuera de la Tierra.

Las nuevas imágenes de Europa y los planes de exploración para la próxima década anticipan una época dorada para la ciencia planetaria. El análisis detallado de la composición superficial y la búsqueda de actividad geológica y química no solo acercan la posibilidad de responder a la eterna pregunta de si estamos solos, sino que también inspiran a una nueva generación de ingenieros, científicos y soñadores.

El futuro de la exploración espacial, con la colaboración entre agencias públicas y empresas privadas, promete desvelar los secretos más profundos de nuestro sistema solar y, quizá, encontrar las primeras pruebas de vida más allá de la Tierra. (Fuente: NASA)